Cartas de Frida Kahlo a Isolda: “Que te quiero harto”

Frida Isolda Frida Isolda

“Ya sabes que eres la mitad de mi vida”. Con estas palabras, Frida Kahlo bendecía a su hermana, Cristina Kahlo Calderón, como una de las personas más importantes de su vida. Si con alguien, además de con Diego Rivera, sintió un apego profundo esta persona fue ella, Cristina, Kitty, Cristi. Asistían juntas a clase, jugaban inseparables, eran cómplices de amores y secretos y, como Frida habría confesado en alguna ocasión, casi las dos fueron madres de la sobrina de la artista, Isolda. No por ningún amor común, sino por un enorme afecto que las convirtió, no solo en familia, sino también en amigas.

Tanto quiso Frida a Antonio y a Isolda – los hijos de su hermana – que parte de la correspondencia privada que se guarda todavía hoy de la autora no hace más que estallar en ternura hacia ellos. Isolda llegó a ser la encargada de recoger la correspondencia que la propia Frida, por su contenido privado, nunca quiso que llegara a Coyoacán. “Te quiero, como si fueras la misma niña de mis ojos”, decía tía a sobrina.

Incluso, cuando la pequeña Isolda dejó de ser tan pequeña y en 1953 dio a luz a su hija Mara, justo diez meses antes de morir Frida, ésta le escribió una carta en la que, con enorme cariño, le confirma ser la hija que siempre le habría gustado tener: “Para la niña Isolda de su Fridu. Isol de mi corazón. Niña-madre, fuente-fruto. Tú sabes cuanto te quiero -ahora más- porque habiéndote regalado, tú me das a tu niña y así tengo dos amores. Los mismos que yo quise tener vivos en mi vientre hace muchos años. Te adoro hasta el cielo, de la calle. Frida. Dale a Julio mis felicitaciones”.

Para sus sobrinos, Frida Kahlo tan solo era Fridu, que ya era mucho más que la conocida artista reconocida en todo el globo terráqueo. Fridu era la persona a la que Isolda le llevaba ramitos de flores todos los días, la dueña del jardín en el que su hermano, Antonio -“Toñiquis Miquis”- jugaba en La Casa Azul. Sobrinos y tía intercambiaban cartas marcadas con carmín rojo: de México al Barbizon Plaza de Nueva York, de la Gran Manzana a su país natal de nuevo. Del hospital a su casa.

En Bamba recogemos a continuación tan solo algunas de las magníficas cartas que nos acercan al universo de Frida. A su faceta más íntima: sus palabras. Las que hemos podido conocer gracias a la obra Frida Kahlo. El círculo de los afectos, de Luis-Martín Lozano, editado por Cangrejo editores.

Las cartas de Fridu a Isoldita

carta frida a isolda

Cartas de Frida a Isola

“Diciembre de 1944.

Aquí le mando unos dulces a mi niña Isoldita. Un “pajarito” me dijo lo que había pasado ayer. Yo quiero que ella sepa, que pase lo que pase, ella será siempre la niña que, que descalsita, me siguió hasta el comedor gritando: ¡Tía Fisita, tía Fisita. ¿Se acuerda? Para mí, ahora y toda la vida será mi niña, la niña más bonita y más linda del mundo. Frida”.

 

“Nueva York. Oct.20.1940.

Ysolda linda mia,

Te debo muchas cartas, pero no te olvido ni un momento. Escríbeme aunque yo no te escriba. Dime qué haces, cómo vas en la escuela y si eres muy buena niña con tu mamá. Como quisiera yo tenerte cerca de mi para que conocieras Nueva York (este es el edificio más alto del mundo. Se llama el Empire State Building). No me olvides. Yo te extraño muchísimo y ya quisiera regresar a México pronto, pronto. Millones de esos de tu Fridu”.

 “San Francisco, California. Septiembre 9 de 1940.

Cartas de Frida a Isola

Isoldita linda, mi niña. Como te prometí, te contesto tu cartita que me escribiste unos días antes de salir de México. En primer lugar, no tengo que decirte que te quiero harto, porque tú lo sabes mejor que nadie. Pero todavía te querré mucho más si cumples con tu promesa de ser buena niña. De portarte muy bien con tu mamá, y no hacer corajes y no pelearte con tu hermanito. Te extraño muchísimo y cada día, me acuerdo de los ramitos de flores que me dabas cuando llegabas del colegio. Yo creo que pronto me voy a aliviar para regresar a México a verlos. Ojalá llegue yo gorda y gorda como bola y colorada como gitomate y que ya no me duela el espinazo.

Cartas de Frida a Isola

Linda, cuida mucho a Cristi y tú procura comer bien pues cuando te dejé estabas muy palidita y yo quisiera que nunca te fueras a enfermar de nada. Cuida al Doctor Toño y quiéranse siempre en lugar de pelear. El viaje en avión me cansó mucho pero ya estoy un poco mejor. En cuanto pueda salir del hospital te compraré muchas cosas en el barrio chino, y verás que nunca te olvido pues procuraré encontrarte cosas que gustes harto.

Les mando hoy unos periódicos de muñequitos. La mitad para ti y la mitad para mi Toñiqui Miquis. Dale muchos besos a tu mamá y al Toñito y a las gorditas y al “amor chiquito” y a Ella Paresche y a mi papá, y al periquito y a todo el que se acuerde de mi. Escríbeme pronto y no me olvides ya sabes que tú eres mi mera consentida y la niña más chula de México. Te adora tu Fridu”

“Coyoacán. Enero 16 de 1945.

Ysolda linda de mi corazón.

Aquí le va éste regalito como un recuerdo de tu tía “Fisita” que la adora, y en premio de que se está portando como toda una mujercita, muy trabajadora y abriéndote el mejor camino en vida, que es el de ser libre y bastarse a sí misma. Con todo mi cariño, tu Fridu. Perdona el papel tan “chicho”.

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Paula Martins Quintero
Paula Martins es editora adjunta de Bamba | La Revista