Photographs of British Algae (Fotografías de algas británicas) fue la primera obra monográfica sobre algas en el Reino Unido presentada en fotogramas de cianotipos. Su autora, Anna Children (Tonbridge, Kent, Inglaterra,1799-1871), conocida por Anna Atkins, siempre estuvo interesada por la ciencia y tomó la influencia de su padre, el minerólogo, químico y zoólogo, John George Children para profundizar en su pasión. Además de ser una gran acuarelista, litógrafa e ilustradora, Atkins dio rienda a su verdadera pasión: la botánica. Accedió a uno de los pocos clubs británicos a los que las mujeres podían entrar, el Botanic Society y fue ahí donde se codeó con un círculo de intelectuales que compartían los mismos intereses que ella. Su interés pues, no hizo más que crecer.
En un contexto marcado por la Inglaterra victoriana, Atkins fue pionera. De ella dicen que fue la primera mujer fotógrafa de la historia, pero aunque la sentencia es difícil de confirmar, la certeza radica con plena seguridad en que fue la primera que dedicó la práctica continuada a esta técnica. Siguiendo sus inquietudes, hobbies y pasiones, tomó la botánica y la convirtió en objeto de atención de su trabajo.
La habilidad de Atkins era asombrosa. Colocaba las algas, plantas en flor y helechos con una disposición casi perfecta y armónica que plasmaba luego en cianotipos de fondo azul logrando crear imágenes bellas. Extrajo la belleza de la ciencia y la ciencia de la belleza.
La cianotipia era un método nuevo por aquel entonces: un proceso fotográfico artesanal monocromo que, a través de una emulsión, revela imágenes sobre un soporte en diferentes tonalidades azules que actuan de telón de fondo sobre las siluetas en blanco. No lo inventó ella, sino John Herschel en 1842, pero sí que fue ella, aunque en la sombra, la primera mujer que empleó esta técnica para vincular la fotografía con la cianotipia.
A Atkins le apasionaba. Por cuenta propia y esa constancia que empuja a dedicar horas a lo que uno le gusta, aprendió de manera autodidacta a unir fotografía, botánica y cianotipia. Quería elevar la ilustración botánica a otro nivel, quería acercar la ciencia a la gente. Y así lo hizo.
Anna Atkins: naturaleza, ciencia y arte
Si por entonces solo la impresión tipográfica de dibujos a mano era lo que reinaba, ella decidió ir un paso más allá, casi, de manera inconsciente. Perdió a su madre de niña y se crió con su padre, quien fue el responsable de introducirla en el mundo de la educación científica, algo extraordinario en un momento en el que los roles de género estaban estipulados y en el que, por ende, las mujeres que exploraban la ciencia ni tenían voz ni nombre.
Tras destacar como dibujante a los veinte años, cuando se mudó a Halstead y cuando contrajo también matrimonio con John Pelly Atkins comenzó su recolecta de plantas. Tantas almacenó que incluso cedió parte al museo de los Kew Gardens. Eran algas que viajaban de la costa del sudeste de Inglaterra y de los lagos de alrededor de Kent.
Cuando decidió profundizar en ellas, cuando quiso plasmarlas sobre el papel se dio cuenta de que cada uno de los detalles que contenían eran difíciles de trasladar con un lápiz por lo que, entonces, decidió emplear la técnica de Herschel y comenzar a vincular la cianotipia con su colección de plantas para obtener imágenes realistas de las mismas.
Lo hizo de manera autodidacta: a veces sola, otras acompañada de su amiga Anne Dixon -prima segunda de la escritora Jane Austen-, que se crió con ella y con su padre durante años, decidió explorar la técnica. Untaba una solución de sales de hierro sobre una hoja de papel, la dejaba secar y, tras colocar una alga o planta sobre esta hoja ya seca, lo comprimía bajo un rectángulo de vidrio y situaba todo a la luz del sol durante unos minutos. Descubrió así que, tras echarle agua el folio cogía color azul y la zona de la página que ocupaba el agua daba como resultado su silueta en negativo en color blanco.
Su obra completa nunca se publicó por fascículos. El primero, Algas británicas: impresiones cianotipos, salió a la luz en 1843 y, a partir de esta fecha y durante diez años consecutivos, fueron saliendo a la luz otras de sus obras hasta completar la cifra de, nada menos, que 389. Ahora se aglutinan en Photographs of British Algae, el primer libro impreso e ilustrado con fotografías.
Tardó, pero el reconocimiento al fin llegó. Porque era meticulosa. Alternaba entre la simetría y los guiños abstractos. Escribía cada pie de foto a mano de manera que quedara todo visualmente estético. Y lo conseguía. Destacó siempre por su mirada, la que le llevó a alzarse en fama aún siendo mujer en un mundo en que, tanto la botánica como la ciencia, nunca abrieron le abrieron la puerta. De hecho, Atkins no alcanzó prestigio hasta la década de los 80, en su etapa póstuma, cuando Larry J.Schaff publicó Sun Gardens, un monográfico en el que Atkins se alzó con el protagonismo como pionera de la fotografía. Solo hasta entonces había sido alabada por un reducido grupo de historiadores y coleccionistas.
Ella fue el blueprint, la fotografía y, sí, también parte de la botánica. Ella celebró la naturaleza, el arte y la ciencia.
Hoy, en el día de su cumpleaños, somos nosotras las que le celebramos a ella.