Elisa Levi ha asimilado con destreza una filosofía: no hay lugar más universal que el más pequeño de los pueblos. Entrevistamos a la escritora madrileña, autora de Yo no sé de otras cosas.
Mi primer encuentro con Elisa Levi fue en la Feria del libro del 2019, mientras trabajaba en una de las casetas en las que ella firmaba. En ese momento, Levi había escrito Por qué lloran las ciudades (Temas de Hoy, 2019), un libro melancólico sobre el duelo y la amistad, y ya entonces era imposible no ver el talento y la fuerza que desprendía esta joven promesa de la literatura. Dos años y una pandemia después, volvemos a encontrarnos, esta vez en la distancia -cosas que ha traído esta nueva normalidad- y puedo comprobar que Levi sigue siendo amable y alegre, que tiene las ideas igual de claras, pero que ha madurado y crecido con su segunda novela, Yo no sé de otras cosas (Temas de Hoy, 2021), y que, como la Lea pequeña, también parece tener un ardor en la tripa que le hace querer conocerlo todo para poder seguir contándonos historias, incluso, en el fin del mundo.
Yo no sé de otras cosas es una novela sobre la vida en lugares pequeños, sobre los odios heredados, lo cruel que puede ser crecer en un pueblo y lo difícil que es dejar marchar a las personas que amamos. Pero también plantea que si es posible que el mundo se acabe, cualquier cosa lo es, como que los muertos se queden o que después del fin de todo aún quede la vida.
Todo puede ser posible si el mundo se ha acabado.
Elisa Levi
¿Cómo ha sido el paso de escribir sobre una gran ciudad como Tokio a hacerlo sobre un pueblo pequeño de España?
Pues yo creo que era una transición necesaria para mí, a nivel de escritora, a nivel de ponerme a prueba como escritora. Y yo creo que ha sido muy orgánica, que he escuchado muy bien las necesidades que tenía en todo momento a la hora de escribir y al final pensé que para el personaje que estaba creando, que es esta Lea pequeña, que vive en este pueblo, creo que el contexto de un pueblo, de un sitio muy chiquito, le iba genial para contar la historia que quería contar, el personaje que yo quería contar y sujetaba muy bien, servía de colchón para las emociones de todos los personajes de la novela. Así que ha sido un reto muy grande, pero creo que he crecido mucho o, por lo menos, siento que he crecido mucho con esta novela.
Y un tema que está muy presente en la novela es esa idealización de la vida en los pueblos, especialmente después de la pandemia.
Era algo en lo que pensaba mucho con todo esto de la pandemia, con el confinamiento del año 2020, que de repente gente de mi generación idealizaba y romantizaba el campo, y yo me vi a misma preguntándome si realmente el campo es como lo cuentan, si es como las expectativas que tienen los que deciden ahora irse. Entonces, en esa reflexión me fue surgiendo la voz de Lea y me fue surgiendo la voz de un personaje que me explicase realmente qué es vivir en el campo, para desmitificar un poco esa idea.
“La gente no lo sabe, pero los pueblos pequeños huelen a mierda de vaca y a animales muertos apilados y a miedos y a rencores y a aburrimiento y a dolores y a odios que pasan de generación en generación”.
Yo no sé de otras cosas (Temas de Hoy, 2021)
Hablando de la pandemia, escribiste Yo no sé de otras cosas durante el confinamiento. ¿Cómo crees que influyó en la historia? ¿Tal vez en esa sensación de fin del mundo?
Sí, yo empecé a escribir esta novela en el confinamiento y la idea del fin del mundo era algo que a mí me rondaba mucho la cabeza en ese momento, porque sentía que el mundo tal y como lo conocíamos se estaba matando, estaba llegando a su fin. Pero tampoco me apetecía mucho situarlo y hacer una ficción de lo que estábamos viviendo, porque tampoco me parecía muy interesante, estaba todo demasiado en carne viva. Entonces, decidí utilizar el fin del mundo como un recurso más literario.
Lo que me sorprendió al leer la novela fue que, a pesar de estar ambientada en un pueblo de España, con expresiones y características muy de aquí, sentía que ese pueblo podía estar en cualquier sitio, en Wisconsin, por ejemplo. ¿Crees que hay algo universal en el sentir y la forma de pensar de la gente que vive en lugares pequeños?
Sí, y además es algo que yo buscaba mucho. Para mí el reto estaba en crear una atmósfera muy concreta y crear un lugar muy especifico, que era un lugar muy pequeño, que estuviese cerca de un lugar un poquito más grande y que no quedase lejos de la ciudad. Y utilizar un lenguaje muy popular, pero a la vez que fuese un territorio tremendamente universal y esa parte universal de la novela, y que hace que este pueblo pueda ser en cualquier lugar del mundo, creo que es porque los conflictos de los personajes parten de la emoción y son emociones que conectan con cualquier generación y con cualquier tipo de persona, porque son sentimientos que da igual tu estilo de vida o de dónde vengas que vas a pasar por ahí en algún momento de tu vida.
Sí, de hecho, creo que a esa sensación de universalidad también contribuye el que hables de la muerte, el amor o lo que supone crecer, porque son temas que nos preocupan a todos.
Porque son grandes preguntas que nos hacemos las personas para entender la vida.
“Porque en este lugar el amor ha funcionado así toda la vida, la gente se junta por desgana con el que tiene cerca y así acaban sin conversación en las cenas, caminando lento para tardar más en llegar a casa”.
Yo no sé de otras cosas (Temas de Hoy, 2021)
Y aunque tu escritura ha trascendido lo que se ha conocido como literatura millennial, porque tu obra va más allá, si me gustaría preguntarte si crees que estos temas nos preocupan especialmente a una generación que hemos crecido en la precariedad e inestabilidad emocional.
No, yo creo que es más bien que todas las generaciones han pasado por el mismo lugar. Es verdad que nuestra generación está viviendo cosas diferentes que nos hace ser más creativos para afrontar la realidad. Pero creo que conecta con todo tipo de personas que hayan pasado por este momento vital en el que estamos nosotros o que han vivido otras realidades. Creo que al final todos nos planteamos las mismas preguntas, desde diferentes lugares, pero las mismas.
Tanto en Por qué lloran las ciudades como en Yo no sé de otras cosas, también están muy presentes los conflictos familiares, los secretos o las cosas que no se dicen, así como las responsabilidades que se adquieren como hija. ¿Es un tema que te interesa?
Sí, creo que es un tema que al final, si me decido a crear personajes, esa parte familiar y de dónde vienen y la mochila emocional que crea el sistema familiar en el que crecemos, creo que es algo que siempre hay que aportar a los personajes, que no se puede obviar. A mi ese punto de entender de dónde viene el personaje a través de sus familiares y de cómo se relaciona con los familiares es algo que me interesa mucho, porque nutre mucho al personaje y le justifica muy bien en las decisiones que toma a lo largo de la novela o de las historias que se proponen.
“Como si el mundo pudiera estar preparado para mi hermana en algún momento. No, que va, señor. El mundo para mi hermana se mató nada más nacer ella”.
Yo no sé de otras cosas (Temas de Hoy, 2021)
La novela también tiene elementos mágicos, como el bosque que se traga a las personas, Javier que ve a sus padres reencarnados en animales o Esteban que parece tener mil vidas, incluso, recuerda a una distopía con ese final del mundo asumido por todos. ¿Por qué decidiste introducir estos elementos?
Porque me parecía que era algo que me apetecía leer a mí. Eran elementos que en ese momento, en el que estábamos todos encerrados y que no sabíamos qué iba a pasar, y en este mundo tan extraño que nos ha dejado la pandemia, donde todo el rato estamos haciéndonos ilusiones de que va a volver el mundo que era antes, pero no, porque vuelven las restricciones. En fin, en esta falsa normalidad en la que vivimos, sentía que todo era posible, que todo era creíble y que a mí, como escritora, me apetecía hacer verosímil lo inverosímil y lo imposible hacerlo posible, porque qué más da ya, todo puede ser posible si el mundo se ha acabado. Esa parte de realismo mágico me parecía bella y poética y que nutría mucho la imaginación que puede ofrecer la novela.
¿Cuáles han sido las influencias de escritores que más te han marcado? ¿Alguno del realismo mágico?
Sí, claro, mucha literatura latinoamericana, sobre todo, García Márquez. Además, yo vivía en Londres y en Londres todo pasaba más lento y cuando empezaron a encerrarnos aquí, que yo me tenía que volver a España, pero me cancelaban los vuelos y hubo un momento en el que pensé: «vale, me tengo que quedar en Londres a pasar la cuarentena, tengo que comprarme muchos libros». Y me había dejado en España mi ejemplar de Cien años de soledad, entonces busqué una librería en Londres que tuviese Cien años de soledad en castellano, bueno, me volví loca para volver a leer ese libro. No sé por qué, no sé si fue una intuición, no sé por qué necesité releer a García Márquez en ese momento. Yo creo que es por esa cosa que te decía antes de realismo mágico, de cuéntame otra historia y dime que todo es posible, porque la situación que va a venir va a ser tan rara, que dame algo en lo que creer. Entonces, yo acudí a él y García Márquez ha sido una luz en esta novela y luego, por supuesto, Lorca y muchos más autores, pero sobre todo Gabo.
“Y Javier está convencido de que esa cabra es su padre, que ha venido porque quiere verle. Su padre, al que nunca quiso. Su padre, que no era su padre, ahora volvía al fin del mundo porque así, tal vez, su hijo, que no era su hijo, le querría más siendo cabra”.
Yo no sé de otras cosas (Temas de Hoy, 2021)
Has escrito poesía, Por qué lloran las ciudades era una obra muy cinematográfica y Yo no sé de otras cosas tiene mucha inspiración teatral. ¿Con qué género te gustaría continuar o hay alguno en el que te sientas más cómoda?
Yo me siento muy cómoda en la narrativa, escribiendo novela y creo que el resto, que tanto la forma teatral que puede tener Yo no sé de otras cosas y toda la poesía que he escrito antes y que está incluida también en la primera novela, creo que son géneros que me acompañan y que alimentan mi forma de escribir y mi forma de crear historias o personajes, pero realmente donde yo me siento más cómoda y siento que voy a avanzar en mi carrera es en el mundo de la ficción y de la novela.
¿Y tienes proyectos en marcha o alguna idea para la siguiente novela?
Pues al final esta novela la acabé en junio, es que realmente ha sido todo muy precipitado, y salió en septiembre. Entonces, me estaba planteando el hecho de disfrutar de la promoción y he tardado año y medio en escribir esta novela, pienso «disfruta de la promoción y luego ya lo que venga». Pero es verdad que me he encontrado con otra historia que me está empujando un poco a ser escrita. Estoy ahora como organizándome un poco la estructura de lo que puede ser, pero con mucha calma, estoy abordando un nuevo proyecto, pero todavía desde la lejanía.
Claro, es el momento de disfrutar lo que has conseguido. De hecho, la novela va por la segunda edición y tiene muy buenas críticas. ¿Esperabas esta buena acogida?
Sinceramente, no esperaba nada. Igual que con la primera novela sí que tenía más ganas de ver lo que pasaba, en esta segunda novela, realmente ha sido un trabajo tan de detalle conmigo misma y con mi editor, luego con toda la parte editorial, que realmente cuando llegó el momento de que se publicase el libro hace dos meses, me pilló como desprevenida, como diciendo, ostras que ya empieza todo esto. Realmente lo estoy viviendo todo desde la emoción y todo lo que venga, fantástico, pero estoy como un poco abrumada, porque no tenía muchas expectativas y me estaba centrando mucho en: «vale, escribe una segunda novela que te haga crecer, ya está, lo que venga, bienvenido sea».
Y si hay alguien que todavía no ha leído la novela, ¿por qué se la recomendarías?
Porque a parte de que creo que es una historia bella, creo que es una historia que conecta con todo el mundo, que hay una pincelada para cualquier persona que quiera leerlo, creo que habla de temas y llega a reflexiones que son bastante interesantes o que puedan resultar bastante interesantes, creo que es un libro que aporta luz y que es una historia que te lleva a otro lugar, que también te hace desconectar.
Por | Alicia Medina