Chanel se inspira en estas cinco actrices de la Nouvelle Vague este otoño
Desde el momento en que Virginie Viard, directora creativa de Chanel, comenzó a plantearse la colección Primavera/Verano 2021, sabía que iba a tener que hacer frente a varios retos. El primero, la sombra alargadísima del fallecido kaiser Karl Lagerfeld con su todavía reciente desaparición. El segundo es el estado cambiante de la moda, más proclive al slow-fashion, a las apuestas por sostenibilidad, a un made-in autóctono y más alejado de la ostentosidad y el lujo. Y por último a una omnipresente y perturbadora pregunta, ¿habrá industria para la que crear? Existe, como diría Anne Wintour el gran dilema de “the future of fashion”. Quizás esta fatale epoque hizo a Virginie refugiarse y viajar a la nostalgia, a la era que supuso un antes y un después para Francia y su huella en la industria de la moda. Al florecer de la legendaria casa que Gabriel Chanel fundó en 1920.
Pensó en las actrices que entre rodajes se dejaban caer por el apartamento de ‘Coco’ en el 31 de la rue Cambon para tomar el té y discutir sobre arte y amantes. Romy Schneider, Jeanne Moreau, Anna Karina, protagonistas de una época singular que marcó tendencia y que se recicla como la que más. Ellas son las ‘it girls’ del París de la Nouvelle Vague, aunque la mayoría de ellas no eran francesas. Nuestra idea del envidiable estilo de las chicas francesas viene en parte gracias a una actriz americana y a una cantante británica: Jane Birkin y Jane Sebreg. No podemos imaginar cuánto debe dolerle eso a los franceses. Vestían vaqueros de piernas anchas con una camiseta blanca holgada, chaqueta bouclé y por la noche vestidos cortos en blanco y negro. Cautivaban al público en los estrenos de películas de Godard, Resnais o Deray que ellas encabezaban. Ese instante era especial para Viard. El corto camino sobre la alfombra roja, ese momento en que son llamadas por los fotógrafos, capturadas por sus cámaras, sus caras un poco distraídas, su actitud fuera de sintonía con los trajes que visten. Un instante en el que el ajetreo forcejea con el glamour. El desafío por saber estar y brillar, la mirada de reojo, casi seductora a un flash violento. El lado del cine más allá del cine, la vida al otro lado de la cuerda de terciopelo de estas emblemáticas actrices. Ya los vídeos previos al desfile en el Petit Palais sugerían grandes nombres como inspiración, con La piscine o La chinoise como telón de fondo, y se confirmó ayer cuando el nombre Chanel presidió la pasarela iluminado como el histórico cartel de Hollywood. No sabemos qué llegó antes, si Bardot o Camille, su personaje en Le Mepris. Una colección de Chanel que se inspira directamente en las mujeres cuya línea entre vida y ficción está más desdibujada.
Emanuelle Riva y Hiroshima mon amor (1959)
Otro símbolo de la Nouvelle Vague gracias a una de las películas que inauguró el movimiento: Hiroshima mon amour. Emanuelle Riva tenía 26 años cuando se trasladó de la Francia rural a París con la esperanza de convertirse en actriz, logrando su objetivo poco después con el papel principal en este film escrito por Marguerite Duras. La descarnada historia de un romance fallido entre una actriz francesa y un arquitecto japonés, que fue dirigida por el pionero de la new wave Alain Resnais. Eric Rohmer la llamó “la película más importante desde la guerra, la primera película moderna de cine sonoro”. Emmanuelle Riva, fue una de las actrices francesas con más galardones y reconocimiento internacional. Amante del ballet, la música clásica, la fotografía y la poesía, destacó siempre por reivindicar la libertad por la que siempre optó, tanto en lo personal como en lo profesional.
Riva trabajaba con los principales directores jóvenes de Francia, entre ellos Gillo Pontecorvo en Kapò o Jean-Pierre Melville en Léon Morin, y su trabajo como actriz fue reconocido también en el ámbito académico cinematográfico. Actuó incluso en los últimos años de su vida hasta que su vida se detuvo el 27 de enero de 2017, poco después de su última película Amour.
Anna Karina y Une femme est une femme (1961)
Bautizada por la misma Chanel – su verdadero nombre era Hanne Karin Blarke Bayer – Anna Karina tenía sólo 19 años cuando conoció al director por excelencia de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard. En los dos años transcurridos desde que se mudó a París en el verano de 1958 desde Copenhague, donde nació, Karina pasó de ser una modelo que hacía autostop a una de las actrices más solicitadas. Sin hablar apenas francés, el director la escogió para ser su Veronka Drayer en Le Petit Soldat y Ángela en Une femme est une femme, en la que pretendía burlarse de los clichés sexuales. La falda de marinero, o el wing eyeliner fueron cosecha propia de Karina. Los films de la Nouvelle Vague serían la receta perfecta para convertir a Anna en emblema y musa, título del que siempre se sintió orgullosa. Tampoco quiso renegar de Godard – también su exmarido – ya que consideraba que su trayectoria siempre estaría ligada a él, a su ojo por captar la imagen cautivadora que Karina trasmitía en blanco y negro, y a la impresionante proyección que su predilección por ella supuso en su carrera cinematográfica.
Su estilo sigue siendo reconocible y emulado: el jersey sencillo suelto, la falda plisada y los calcetines hasta la rodilla que se convertirían en su look emblema. Pero la ropa nunca la llevó a ella, más bien fue su aura la que daba vida a cualquier vestuario. Karina siguió actuando hasta los 2000, “Yo soy la vieja historia. L’histoire ancienne”, admitió a The Guardian en 2016. “Pero una vieja historia puede ser una buena historia, ¿no?”.
Romy Schneider, Jane Birkin y La Piscine (1969)
El triángulo formado por Alain Delon y estas dos actrices tan representativas de los sesenta, el mayor activo y atractivo de este thriller de Jacques Deray de 1969 que por otra parte se recrea en la lentitud de la acción y opta por el predominio de lo estético, tantas veces ensalzada por el cine francés.
La primera, Birkin, actriz y cantante anglo-francesa imagen de una época que desde el Swinging London avanzó por caminos sin ataduras morales. Fue la más fotografiada por la prensa, la primera en realizar un desnudo integral en el cine comercial, la inspiradora del bolso más exclusivo bautizado con su apellido y favorita de cineastas, compositores y amantes de la moda. La segunda, aburrida del lugar de chica naíf que Hollywood le había otorgado, logró deshacerse de ella Dreay la invitó a protagonizar con Alain Delon en este hito del cine film. Shcneider fue la gran estrella. Hasta el antiguo aprendiz de Cristóbal Balenciaga, André Courrèges lanzó su propia casa de moda en 1961 y diseñó la gran mayoría de los looks que Romy Schneider llevaba en La Piscine, incluyendo los exquisitos trajes de baño.
Brigitte Bardot y Le Mepris (1963)
El aroma de la realidad desnuda produce algo parecido al desprecio. O eso sentía Jean-Luc Godard y así lo exhibió con acritud en este film de 1963 basado en la novela homónima de Alberto Moravia. El emblemático director nos muestra fingimientos, deslealtades, superficialidad en las relaciones de pareja, renuncia a la integridad artística y un tono general de amargura que no es óbice para una reflexión sana del espectador sobre el materialismo imperante en la sociedad.
Brigitte Bardot – ya consolidada como estrella internacional- da vida a la esposa infiel de un escritor de teatro representado por Michel Piccoli al que un productor, encarnado por Jack Palance, le contrata para salvar una versión cinematográfica de una película inspirada en la Odisea. Los tres personajes son paralelos a los de la epopeya homérica, Penélope, Ulises y Poseidón.
El ojo ahumado y su cabello con excesivo volumen personifican el estilo Bardot. Un estilo que no se entiende sin su actitud incandescente y espontánea. En el prefacio del libro que celebra Le Style Bardot, de Henry-Jean Servat, Brigitte Bardot escribe: “Me vestía como me gustaba en ese momento. Llevaba vestidos elegantes de los mejores diseñadores, pero también encantadores trajes bohemios no convencionales, cosas que encontré por casualidad y que se estaban poniendo de moda. Estoy orgullosa de haber creado un estilo atemporal”. Así, nos confirma que no hay matices entre la Brigitte pública y la privada, que esta es su esencia, que esta es la audacia de una mujer a contracorriente de las convenciones, la esencia de un icono de la moda como fue Brigitte Bardot.
Jean Seberg y Bonjour tristesse (1958)
Nuestra percepción del estilo francés está en deuda con la actriz estadounidense Jean Seberg. En 1960, con su corte de pelo dixie desafiante y su interpretación cruda apareció en los cines a través de una aspirante a periodista, novia de un joven criminal, en la obra maestra francesa de Jean-Luc Godard: Sin aliento. Se convirtió casi de forma accidental en icono internacional. “Cuando Jean Seberg está en la pantalla no puedes mirar nada más”, escribió Truffaut sobre ella, “Cada movimiento suyo es grácil, cada mirada es precisa. La forma de su cabeza, su silueta, su andar, todo es perfecto; este tipo de sex-appeal no se ha visto nunca en pantalla”.
Ya había cautivado aún con su aire amateur en Bonjour tristesse, la adaptación cinematográfica de la novela de Francoise Sagan, en la que a pesar de las críticas ya se intuía que su carisma y look masculino eran promesas de algo más. Jean se presentaba como una joven segura en su propia piel, pero algo melancólica y romántica. Las camisetas ‘Breton’ – siempre oversize – o los pantalones ‘Cigarette’ también eran parte de su firma. Serberg siguió su carrera con un pie en París y otro en Hollywood, y a pesar de los éxitos fue otra parte de su vida, la lucha por los derechos civiles la que la situó en línea de fuego. Acusada de involucración con los Black Panthers – y de estar embarazada de uno de ellos – Seberg tuvo un parto prematuro debido al estrés y la niña murió dos días después-. Nueve años después fue ella quien se quitó la vida. Hasta hoy, su aura no sólo inspira colecciones tanto de lujo como de fast-fashion, su vida es inspiración para biopics como el recientemente estrenado protagonizado por Kristen Stewart, Seberg. Una vida de claroscuros de una mujer que fue un paso por delante.