Remedios Varo: la libertad de la imaginación

Remedios Varo

Remedios Varo: la libertad de la imaginación

Contemplar la obra de Remedios Varo supone adentrarse en su biografía. Es difícil descubrir sus cuadros sin quedarse enganchado. Las preguntas comienzan a surgir. ¿Qué historia nos quiere contar? Intentamos seguir el hilo y paseando la mirada nos dejamos guiar por un mundo mágico donde las formas tienen una enorme coherencia. El delirante discurso termina por atraparnos gracias a la técnica depurada de su pintura. Ecos de voces primitivas se unen a extraños aparatos científicos, edificios y suelos de una geometría precisa, seres solitarios a la par inquietantes y divertidos, viajeros, caminantes, gatos, aves, monstruos híbridos, parajes de ensueño. Cada cuadro de Remedios Varo es una idea tras la que hay una búsqueda que sólo puede llevar a plantearse una pregunta tras otra.

Desde bien joven, Remedios Varo, mujer adelantada a su época, luchó por lograr la libertad para vivir a su manera y especialmente para crear. Nacida en el pueblo de Anglés en Gerona un 16 de diciembre de 1908, los investigadores han encontrado una enorme similitud entre el paisaje del pueblo y los de muchos cuadros de la artista. Claro está que las vivencias de la infancia quedan grabadas a fuego en nuestra mente.

Segunda hija de los tres que tuvieron sus padres sin contar a la hermana que se murió antes de que ella naciera. Su madre era una mujer fervientemente católica y tradicional y su padre un ingeniero hidráulico que se definía a sí mismo como librepensador y muy cercano al proletariado. Los estudiosos se han centrado en la influencia paterna. Don Rodrigo Varo y Zejalvo pronto descubrió el talento de la niña para el dibujo y le dio clases de dibujo técnico, le proporcionó lecturas y la alentó a entrar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo una de las primeras mujeres en hacerlo.

Remedios Varo
Mujer saliendo del psicoanalista – Remedios Varo

También la acompañó muchas tardes al Museo del Prado a estudiar a los grandes maestros. Así, en las obras de Remedios identificamos fácilmente ecos de los monstruos de la razón de Goya, un alargamiento de las figuras que nos recuerda a las de los cuadros del Greco y extraños seres híbridos mitad pájaro como los que podemos encontrar en las obras del Bosco.

Recuerdan también algunos estudiosos la influencia de la abuela paterna, tejedora e hiladora que introdujo a Remedios en los gajes del oficio, y esto también tiene eco en sus cuadros, plagados de hilos y de ruedas/ruecas, un recuerdo de que la vida siempre es cíclica. Pero tienden a olvidar o desdeñar la influencia de su madre, doña Ignacia Uranga y Begareche, natural de San Sebastián, tierra donde veraneaban frecuentemente.  Pero aunque Remedios huyese de los convencionalismos de la religión católica y de su conservadurismo, fue siempre una persona espiritual. De hecho, es esa continua búsqueda espiritual el tema central de toda su obra, es decir, de toda su vida.

En la academia de Bellas Artes de San Fernando coincidió con alumnos que llegarían a ser grandes artistas como Buñuel, Dalí o Lorca. Remedios se introdujo en los círculos culturales de la época, pero para vivir como deseaba sabía que debía salir de la casa materna. Así, en una de las paradojas de su vida, se casó para ser libre con uno de sus compañeros de escuela, el pintor Gerardo Lizárraga en 1930. Juntos viajaron a París y posteriormente se instalaron en Barcelona, una ciudad abierta a las nuevas tendencias europeas.

En Barcelona, conoce a Esteban Francés que se convierte en su compañero creativo y amante. Y es que hemos de entender que en las relaciones de pareja Remedios rechazó el tradicional concepto de fidelidad. Fue en cambio una persona leal que mantuvo durante toda su vida la amistad con todos los que fueron su pareja. Más tarde le presentan a Benjamín Pérez, poeta del surrealismo con el que terminará casándose en 1947.

“No me interesa la polémica…soy sencillamente pacífica. Necesito la paz”

Remedios Varo

Remedios Varo

Estamos en el año 37, huyendo de la guerra, Remedios Varo, Benjamin Pérez y Esteban Francés se trasladan a París, Lizárraga se queda luchando en el bando republicano.

En París entra en contacto con el círculo de los surrealistas, asiste a sus reuniones y asimila sus conceptos, también conoce a la que será una de sus grandes amigas, Leonora Carrington. Pero se mueve más bien en los márgenes del movimiento, pues los dirigentes del grupo no respetaban mucho a las mujeres. Además, son malos tiempos para vivir del arte, el hambre los persigue. Remedios “copia” obras de Giorgio de Chirico y desempeña trabajos variados. Los nazis entran en París, detienen a Benjamín Pérez y más tarde a Remedios, que prefirió correr un tupido velo y no hablar nunca de esa experiencia.

De casualidad, en una sala de cine descubre por la noticas que Lizárraga está retenido en un campo de refugiados francés. Mueve los hilos para liberarlo. Los nazis siguen avanzando y Remedios decide embarcarse, como hicieron muchos, rumbo a México gracias a la política democrática del presidente Lázaro Cárdenas. Ya nunca regresaría a Europa.

“Vale la pena estudiar un legado que contiene la historia del macro y del microcosmos, del ser humano y del universo. Hay que descifrar el binomio… “

Remedios Varo

El misticismo impregnará cada uno de los escritos y las pinturas de Remedios Varo. Porque no debemos olvidar que es tan escritora como pintora, de la palabra pasa a la imagen y la misma magia anida en ambas. Al igual que fue una estudiosa de los avances científicos de su época, se interesó por las ideas místicas y esotéricas de  Gurdjieff y de su discípulo Ouspensky. Se trataba de buscar el cuarto camino con el que lograr la evolución del hombre hacia una mayor espiritualidad.

La magia y la alquimia también estaban entre sus intereses, de hecho decía de sí misma que era, pintora, escritura y bruja, recordando la arquetípica unión de lo femenino con los misterios sobre el origen de la vida. Sus obras son pura alquimia. En México sigue su labor como publicista realizando trabajos de ilustración para la empresa Bayer. Más tarde viaja Venezuela, también trabaja haciendo precisos dibujos de insectos. Todo ello se refleja en su obra.

“Personalmente, yo no me creo dotada de poderes especiales, sino más bien de una capacidad para ver rápidamente las relaciones de causa efecto, y ello fuera de los límites ordinarios de la lógica corriente” Remedios Varo

Su último marido, Walter Gruen, la animó a dedicarse única y exclusivamente a la pintura. Cosa que pudo hacer poco tiempo pues a la edad de 54 años, en plena madurez creativa, Remedios Varo murió. La mayoría de sus obras se encuentran en manos privadas.  Lo cierto es que Remedios estaba más interesada en el proceso creativo que en las obras en sí, jamás buscó la fama.

Su influencia también  ha llegado a nuestros días, la artista Madonna, una gran coleccionista de arte ha basado alguno de sus videos en las imágenes oníricas de Remedios. La escritora Zoe Valdés publicó La cazadora de astros, una novela editada por Plaza Janés en el 2007, basada en la vida de Remedios Varo

La salud de Remedios siempre fue frágil a diferencia de su mundo interno. Su última obra, una de las pocas en las que no hay figuras, es casi premonitoria, su título “Naturaleza muerta resucitando”,  en ella se representa la llama de una vela alrededor de la cual gravita un mundo de objetos cotidianos.

La obra de Remedios Varo resuena con fuerza en nuestro interior invitándonos a descubrirla a la vez que nos encontramos con nosotros mismos.


Por | Ana Rebón