Filósofa y científica de Alcaraz (Albacete), coetánea de Cervantes. Tildada por Lope de Vega como ‘musa décima’. Oliva Sabuco está, a día de hoy, considerada una de las primeras escritoras científicas en España y de las autoras más importantes del Renacimiento. Los conceptos de su obra La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre revolucionaron la medicina en pleno Siglo de Oro, pero no solo eso, sino que ella conectó la fisiología con conceptos de la astrología y fue de la primera en dar luz a una teoría que entendía el cuerpo humano como un microcosmos cuya piedra angular es la parte psíquica. Un planteamiento que no tenía precedentes y que fue influenciado por la “emmetria” del platonismo, es decir, por la salud como equilibrio entre los componentes del alma.
Aún a pesar de haber sido la que se escondía detrás de esa ‘musa décima’ de la que hablaba Lope de Vega, el padre de Oliva, el bachiller Miguel Sabuco, se atribuyó la autoría de la obra de su hija. Lo que este boticario y procurador síndico ignoraba es que desataría una polémica todavía candente en pleno siglo XXI que ha viajado desde La Mancha hasta Estados Unidos.
Cuerpo, microcosmos: la teoría de Oliva Sabuco

En el Renacimiento, el fundamento principal de la medicina occidental se basaba en la doctrina galénica para la que la salud de una persona dependía exclusivamente de “humores” o fluidos corporales, entre ellos, la sangre. Oliva, en desacuerdo con este planteamiento, demostró ser una mujer que desafiaba su época conectando la dimensión física con la emocional.
Succus nervous. Este es el fluido al que la filósofa otorgaba una gran importancia que, según su planteamiento, sería el análogo a la savia de las plantas: el jugo nervioso, o líquido cefalorraquídeo, que se genera en el cerebro y redistribuye por todo el organismo. Contra pronósticos y atreviéndose a contradecir las teorías, ella consideró el cuerpo humano como un microcosmos y lo explicó con una analogía de un árbol invertido mediante el cual el sistema nervioso se convierte en el eje o “tronco” de la vida. El cerebro, la raíz, está estrechamente vinculado al alma o ‘anima’, esa que se desvía del plano físico según la concepción metafísica del sistema galénico.
El hombre se dixo árbol a rebés, pero la similitud que tiene con el árbol, la raíz arriba y las ramas abaxo. La raíz es el cerebro, y sus tres celdas de médula anterior, media y posterior”
Oliva Sabuco
Cuando tan solo tenía 24 años la autora publicó un libro en el que defiende que la salud no depende exclusivamente del cuerpo físico, sino también de la mente o del “espíritu”. Así la obra de Sabuco constituye un antecedente de la psicosomática, planteando que el malestar psíquico puede originar el físico. Además, viaja todavía más allá, pues sitúa en el centro las buenas conversaciones, la naturaleza y la música como una potente arma terapéutica. Y aún hay más: entre otros hallazgos, le debemos a la filósofa ese elemento que ha estado tan presente en nuestra realidad pandémica, la mascarilla. Después de determinar que su contagio se producía a través del aire, fue la responsable de proponer el uso de máscaras de pájaro para evitar el contagio de la peste. Así comenzó todo.
Soy yo el autor y no ella”
Miguel Sabuco
En Nueva Filosofía la autora también manifiesta su discrepancia en relación a las creencias predominantes de la superioridad intelectual del hombre con respecto a la mujer incidiendo en el hecho de que ambas naturalezas tienen un papel indispensable en la fecundación. Aun así, la autora no se vería exenta del peso de una cultura patriarcal, menos en un momento en el que ni siquiera las obras de Santa Teresa de Calcuta habían sido publicadas y la autoridad de las mujeres en el mundo intelectual era nula.
Hablamos de una obra cuya primera impresión fue en 1587, que tuvo hasta cuatro ediciones posteriores en diferentes lenguas y que todas ellas fueron censuradas o, en el mejor de los casos, reeditadas. Si otras escribieron bajo seudónimos masculinos, a ella, además de arrebatarle la autoría, le censuraron parte de sus obras. Las tres primeras fueron censuradas por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por versar sobre ideas que no encajaban con los preceptos de la moral cristiana, que entendía la naturaleza del cuerpo de forma diferente. Las ediciones del siglo XIX se editaron eliminando la parte correspondiente a la “psicología de las pasiones”, en la que se explica en detalle cómo “las mecánicas del alma”, o las emociones, se somatizan en el cuerpo.
Iten aclaro que yo compuse un libro intitulado Nueva filosofía y una norma y otro libro que se imprimirán, en los cuales todos puse y pongo por autora a la dicha Luisa de Oliva mi hija, sólo por darle el nombre y la honra”
Miguel Sabuco
El bachiller decide atribuirse la obra en 1588 “solo por darle honra literaria” a su hija apenas un año después de que la publicación adquiriera toda su notoriedad. Miguel Sabuco se quedaría con los beneficios económicos que se generaron a raíz de su comercialización, así como con el prestigio de la autoría. La investigadora María Milagros Rivera de Garretas pone en tela de juicio que Miguel Sabuco enviara rápidamente a su hijo mayor, Alonso, a Portugal para que el libro fuera publicado a su nombre. “Soy yo el autor y no ella”, las palabras que el el padre firmó ante un notario traspasarían las barreras espacio-tiempo y todavía resuenan en la historia.