Gala de Meira: “La entusiasta’ es una novela sobre la pérdida”

Gala de Meira por Tamara de la Fuente Gala de Meira por Tamara de la Fuente

GALA DE MEIRA: “La entusiasta’ es una novela sobre la pérdida”

 

“Estar muerto en vida es una faena, revivir también”, dice La Entusiasta de Gala de Meira, en un momento que define tan bien el estado de catarsis como principal constante en la novela que casi se puede palpar a través del papel. “Lo mío era más esta indeterminación, esa efervescencia vacía que esconde el ansia”, escribe su autora detrás del pseudónimo, de camino al festival de turno de ese verano. A pesar de su título, esta no es una historia al uso sobre un coming of age nostálgico, con referencias entre los 90 y los dos miles, y una protagonista que descubre los efectos del cine francés o las bondades de la prosa de Cortázar. Tampoco es una demostración más sobre el estoicismo de la superación juvenil tras una tragedia. Más bien, la de su protagonista comienza con un suceso que pone su mundo al revés y que, luego -prácticamente impasible y como espectadora de sus propias circunstancias-  la llevan a bailar al son de otros para encontrarse a sí misma. Con la droga y el alcohol como armas de anestesia local, esta entusiasta se precipita hacia la construcción de su propia identidad como huida -por un lado- de un hogar al que ya no pertenece y, -por otro- de su persona como mujer adulta, a la que aun no conoce realmente.

Valiente, honesta, algo sarcástica y con el sentimiento (y la víscera) a flor de piel, la ópera prima en narrativa de la escritora y promotora cultura gallega –Cristina V. Miranda (Ferrol, 1982)- es un viaje desde una aldea gallega a la capital española; una suerte de diario posmoderno en clave de auto-ficción que aplica todo tipo de experiencias condensadas en un afán por narrar un solo proceso de supervivencia: la necesidad de pertenencia que pasa por la aceptación externa, la búsqueda constante del placer para evitar el dolor o la fiesta como único motor vital, en una especie de quiniela donde la música tiene el papel de banda sonora y se personifica en las innumerables bandas indies, salas y festivales que poblaban el imaginario de comienzos de los  2000 en España. Hablamos con su autora sobra su deconstrucción personal en la novela (y un ejercicio de retroacción veinte años después), de sus referentes culturales y otros leit motiv que se repiten en la historia, como el machismo o la auto-culpa.

 

¿Cómo pasa Cristina de ser una comunicadora experta en música y enología a ser esta chica: la autora y meta-protagonista ficcional de La Entusiasta?

Pues supongo que por curiosidad, siempre he hecho muchas cosas y muy dispares, aunque la de escribir fue mi primera vocación y nunca la he perdido. Escribir una novela era algo así como la gran ilusión de mi vida y no me pegaba tirar por la novela histórica (risas). Mis referentes están en la cultura pop y sabía que quería hacer algo generacional, así que cuando me metí en la escena indie de los primeros 2000s en Malasaña lo tuve claro: ahí había una historia que contar.

 

El pseudónimo ha sido una forma de empoderamiento tardío de autoras como Louisa May Alcott (quien escribió sus primeros relatos bajo el nombre de A.M.Barnard) o Colette, por nombrar solo algunas. ¿Por qué elegiste el de Gala de Meira en concreto?

Después de dar varias vueltas a otras opciones llegamos a ese nombre entre mi editor y yo, primero iba a ser Gala de Miranda pero era demasiado obvio. También quería que sonase gallego, así que barajamos varias opciones hasta dar con Meira, y nos encajó. Me encanta el juego de seudónimos a lo Elena Ferrante y en algún momento fantaseé en aparecer en las presentaciones del libro como Thomas Pynchon en los Simpson, con una bolsa en la cabeza.

 

Has dicho que relevaste tu identidad porque, llegado un momento, el motivo por el que habías firmado con pseudónimo había dejado de tener sentido. Pero que también había algo de experimento sociológico en ello.

Me apetecía publicarlo con seudónimo por ver qué pasaba, ese morbo de escuchar a escondidas lo que dicen del libro. Me divertí bastante durante un tiempo leyendo reseñas en la sombra, pero al mismo tiempo me frustraba mucho no poder explicar ciertas cosas. Al final, el motivo principal de salir a la luz fue considerar que no decir que era yo pervertía uno de los propósitos de la novela: ese empoderarse en la decadencia y no avergonzarse de lo hecho. Necesitaba decirlo para ser totalmente coherente con el espíritu de La entusiasta.

 

la entusiasta gala de meira
Libro ‘La entusiasta’ de Gala de Meira, editorial dosmanos

 

Llevas años escribiendo y recitando poesía bajo otro pseudónimo y has publicado A auga do lobo (Toxosoutos, 2019), pero este es tu debut en novela. ¿Qué ha cambiado en tu planteamiento como creadora?

Cambia casi todo. En mi caso lo que busco a través de la literatura -sea como lectora o como escritora- es explorar las emociones humanas, llegar a la experiencia colectiva a través del relato particular, pero mi forma de indagar en ello desde la escritura es muy diferente en la poesía, que en mi caso tiene un proceso más intuitivo, de mucha búsqueda y trabajo previo, pero también más inmediato en la escritura. La novela, sin embargo, supuso un proceso doloroso que requirió una disciplina muy estricta. Sé que siempre voy a escribir poesía, pero ahora mismo no sé si podré volver a enfrentarme a una novela de estas características.

 

Has dicho que asumiste esta novela desde dos perspectivas: la de la pérdida y la del descubrimiento, que es a la vez la de la escena musical de la época (desde 2007 a 2010) a través de los ojos de la protagonista. ¿Cómo se personifican estos roles y qué hay de autobiográfico y de ficción en cada uno de ellos?

Siempre digo que esta es una novela sobre la pérdida, porque mucho más que hablar de la escena indie de los 2000, yo quería explorar el deseo y la culpa que aparecen a partir de una experiencia traumática que puede llevar a una persona al límite. Esta indagación quería hacerla desde la ficción, pero para poder dejarme llevar en el relato necesitaba ubicarlo en una escena que conociese muy bien y darle esa apariencia de realidad. La novela es una autoficción de manual, entendida como un cruce entre el relato real de la vida del autor y el relato de una experiencia ficticia vivida por este. En esta novela se mezclan continuamente nombres reales de calles, grupos, personas, etc, con otros creados específicamente para el libro… Para mí es una de las gracias del mismo; que todos acaben habitando el mismo universo, ese nuevo mundo en los límites de la realidad.

Por otra parte, preguntar qué es real y qué no significa romper el pacto de la autoficción. En algún lugar leí lo siguiente y lo subscribo totalmente, aunque ahora mismo no pueda citar al autor: “La autoficción exige la negociación continua con el lector, cuya recepción del texto oscila entre la veracidad de la autobiografía y la verosimilitud de la narración. La autoficción plantea la posibilidad de proyectar una escritura del yo no necesariamente factual, de reconocer el carácter esquivo de la subjetividad y de ubicar al sujeto en un cuestionamiento perenne”.

 

Respecto a la pérdida, tan presente en la novela como un maestro de ceremonias en el subconsciente de la protagonista, has dicho que te interesaba contar cómo ésta puede dar un giro de 360 grados a la vida de alguien y convertir su destino en algo completamente distinto. Aunque entiendo que es un elemento autobiográfico, ¿qué otras obras te han influido o servido de inspiración en este campo?

Efectivamente conozco de primera mano el sentimiento devastador de la pérdida del ser más querido y como una experiencia así te transforma en alguien radicalmente distinto, un cambio para el que no hay marcha atrás, sobre todo si esa pérdida te alcanza en una edad en la que aun estás definiéndote como persona. No necesité inspirarme mucho más que en mí misma para esto, aunque necesité crear un personaje ajeno a mí para que la exploración de la pena no fuese tan dolorosa.

Una persona -que no es que haya sido inspiración porque la conocí a posteriori, pero que me encanta cómo transita la ausencia-, es la poeta urbana Mosquetera, que tiene a su madre -en concreto, la muerte de su madre-, como centro de toda su poesía. Es muy catártico leerla y escucharla, pero yo no soy capaz de hacer eso. En mi caso inventé una historia de ficción, la pérdida del hermano (mi hermano se encuentra genial, por suerte) para poder explorar mi propia pérdida, porque quizás aun no he sido capaz de mirarla cara a cara, de enfrentarme a ella frontalmente.

 

“No creo que las relaciones abusivas hayan cambiado tanto, pero sí nuestra manera de enfrentarnos a ellas”

GALA DE MEIRA

 

En cierto modo hay una ambivalencia de género en tu relato, ya que toma más significado (y repercusión según va avanzando la novela) para la historia el hecho de que la protagonista sea una mujer, pero también podría haber sido un hombre. ¿Crees que el coming of age hubiera sido diferente en lo que respecta a la escena? ¿Qué elementos crees que habrías mutado al haber estado la historia situada en la actualidad?

No es que el hecho de que sea mujer sea importante, es que es la historia misma. Todo lo que le pasa a la protagonista le pasa porque es mujer; ni la pena, ni el deseo, ni la búsqueda de placer ni la culpa (sobre todo la culpa) los habría podido retratar igual de haber sido un hombre el protagonista.

Tampoco era el objetivo de la historia hacer una denuncia feminista, pero al final está ahí porque el relato mismo de la sociedad exige que miremos de frente a cómo nos comportamos y las cosas que permitimos entre todas. Yo quería escribir sobre esa cosa tan poderosa que tiene la pena de obligarnos a volver a encontrar algo con lo que agarrarnos a la vida. El problema es cuando lo encontramos en cosas que, al mismo tiempo que nos ayudan a vivir, también nos transforman, y en cierto modo, nos destruyen. Ese entusiasmo que nos lleva a decir que sí a todo en un momento en el que lo necesitamos para sobrevivir viene con un reverso oscuro y eso pasa por ser mujeres. En el libro se retrata cómo dejarnos llevar por nuestro deseo puede destruir nuestra inocencia, pero no porque nosotras pensemos que esta mal, sino porque alguien nos lo dice.

la entusiasta
Libro ‘La entusiasta’ de Gala de Meira, editorial dosmanos

 

También hablas de la culpa como elemento recurrente en los retratos femeninos y los efectos de la enajenación emocional inconsciente. ¿Qué pasa en este caso con la auto-culpa?

Uno de los pasajes más dramáticos para mí es cuando uno de los personajes masculinos le dice: “Ayer tuve que defenderte”. Esa defensa que debían ejercer los hombres de nuestras actitudes, salvándonos la vida, permitiéndonos equivocarnos. La de veces que hemos pedido perdón, que nos hemos avergonzado, por el simple hecho de vivir como ellos lo hacían, de pasárnoslo bien.

Siempre me ha llamado la atención la poca igualdad que había en la fiesta, en lo tóxico. Era un machismo subterráneo, como tantos, porque se te permitía estar en los mismos sitios, beber las mismas cosas, drogarte con las mismas drogas, pero no tener las mismas reacciones. Una mujer estaba mucho más obligada a mantener la dignidad, a no perder el control… Ahí es donde aparecía la brecha; puedes hacer lo mismo que yo pero que no se te note. Los hombres siempre han encontrado la manera de empoderarse en cualquier cosa, también desde la decadencia y la miseria (mira a Nacho Vegas…). Las mujeres, sin embargo, parece que solo nos empoderamos desde la fortaleza y mira no: podemos equivocarnos y mirar de frente a los errores, y empoderarnos también desde la cagada monumental.

 

Siempre digo que esta es una novela sobre la pérdida, yo quería explorar el deseo y la culpa que aparecen a partir de una experiencia traumática que puede llevar a una persona al límite.

GALA DE MEIRA

 

En la presentación de tu libro en Madrid comentabas que la culpa está desapareciendo de las generaciones más nuevas y que, aunque seguimos careciendo de responsabilidad como sociedad, en muchos casos estamos aprendiendo a cuidar las unas de las otras. ¿Crees que el discurso ha cambiado en torno a las nuevas generaciones y cómo?

Hablo en pasado porque creo que esto sí ha cambiado en los últimos años. La novela está escrita desde una voz que no ha conocido el 15M o el #metoo. Vive inmersa en la culpa por perseguir su placer y cuanto más grande es la culpa más dentro se va metiendo de esa espiral tóxica. No creo que las relaciones abusivas hayan cambiado, tanto pero sí nuestra manera de enfrentarnos a ellas.

Por otra parte, y como ya has matizado, has omitido las partes de denuncia de las situaciones que vive la protagonista como mujer y en un ambiente muy determinado. Es curioso porque creo que es es quizá lo más oscuro y denso emocionalmente para ella en muchos momentos de la novela y, en consecuencia, para la lectora, pero ese componente sigue implícito para que cada uno saque sus conclusiones. ¿Te planteaste el hecho narrar con una narradora omnisciente toda la novela o de un modo que pudiera restarle peso al asunto y al de tu omnipresencia narrativa?

Sí que me lo planteé. El libro lo escribí en primera persona porque es mi voz narrativa favorita, también como lectora. Soy muy fan por ejemplo del festival Primera Persona -que organiza Kiko Amat en Barcelona- y nunca me planteé escribirlo de otra forma porque no lo escribí pensando en publicarlo. Sin embargo, una vez empecé a valorar esa posibilidad sentí el pudor de que pudiese confundirse la voz de la protagonista conmigo y no me apetecía nada. No quería que se leyese como un diario mío sino un diario de ficción. Haber pasado todo al narrador omnisciente me habría librado de muchos dolores de cabeza, pero también habría sido una traición a la novela, así que en aquel momento opté por el seudónimo.

En cuanto a lo que dices de la denuncia, mi obsesión era mantener la inocencia de alguien que lo está viviendo todo por primera vez y que no se colasen juicios de valor por mi parte; contar las cosas que sucedían en aquella época y que cada uno sacase sus propias conclusiones. Es verdad que en el libro hay un ajuste de cuentas, pero no con nadie en concreto sino con la propia escena, con una misma. En aquel momento estábamos todos en el juego pasándonoslo muy bien desde esa toxicidad. Lo importante no es tanto qué pudimos haber hecho entonces, sino que podemos hacer ahora con todo lo que sabemos. Me fastidia enormemente que nosotras tengamos que renegar de aquella época mientras muchos de los grupos indie de entonces presumen ahora de ser los más feministas… Es en plan: ¿¡Cóoomo!? Se trata de ser sincero con el pasado y con las cagadas de cada uno.

 

“Los hombres siempre han encontrado la manera de empoderarse en cualquier cosa, también desde la decadencia y la miseria… Mira a Nacho Vegas. Las mujeres, sin embargo, parece que solo nos empoderamos desde la fortaleza y mira no, podemos equivocarnos y mirar de frente a los errores, y empoderarnos también desde la cagada monumental.”

GALA DE MEIRA

 

Aunque La Entusiasta toque a una generación en concreto, la literatura es transversal y en la tuya tienen cabida un montón de personajes, empezando el de la propia ciudad de Madrid que sirve como hilo conductor de la propia historia. ¿Qué obras consideras clave en este aspecto?

Como digo, por una parte, está el protagonismo de ficción del personaje principal y, por otro, los protagonistas reales. Me esforcé mucho por retratar lo más fielmente posible aquella época de festivales: el FIB, el Primavera, y por supuesto, la ciudad de Madrid. De nuevo, la inspiración la saqué de mis notas de aquella época. Tengo infinitud de notas tomadas de esos años, muchas de ellas incomprensibles, pero han sido el germen de la novela. Es increíble leer las cosas que pensábamos en aquel momento al ir a un festival. Da mucha ternura y es esa misma ternura la que quería mantener.

Creo que mi mayor obsesión es que se percibiese cómo el cinismo puede ir calando en una persona inocente. Creo que la novela podría definirse así, como un viaje desde la pureza al cinismo. Cómo el cinismo puede llegar a impregnarlo todo.

 

Me ha gustado mucho el hecho de que haces un ejercicio total de retroacción con el que podemos  revivir ese coming of age -como has dicho, independientemente de su edad-, a través de recursos como la inconsciencia, la falta de experiencia vital y la inocencia que transforma la curiosidad en ilusión. ¿Fue ese flashback lo más difícil de recrear a nivel narrativo y emocional?

Sí que fue un reto mantener la voz inocente sin que se colase lo que yo pueda pensar ahora, que se leyese por momentos como un diario adolescente, porque ella lo es. Me costaba no introducir una voz más adulta sobre todo cuando iban pasando los años porque el libro lo empecé a escribir hace bastante tiempo y a medida que pasaban los años también cambiaba mi forma de escribir, así que el mayor reto fue no escribir como escribiría ahora sino mantener esa urgencia, la frescura de una voz casi infantil.

 

En tu libro, el éxito de los artistas aun se medía en bolos, en entradas de festivales, en reservados VIP y en grupis, frente a los likes en instagram, los shares, Spotify, los feats y las reproducciones en youtube. Como dijiste en la presentación, salir de fiesta era tu carta de presentación y socializar en persona la red social más primitiva. ¿Qué ha mejorado y qué ha empeorado?

Uf, como alguien que fue adolescente en el año 2000 supongo que las cosas han cambiado a peor, porque todos idealizamos nuestra juventud y a mí me encanta no haber tenido acceso a las redes sociales en el instituto, haber vivido aquella inocencia, los estertores del grunge… Tengo tendencia a la nostalgia y me flipan los 90, lo cual es normal porque hasta los chavales nacidos en los 2000 están flipados con los 90. Los 90 fueron lo más, esa época de absoluto optimismo, de tener que currártelo para conseguir cada look, de hacer viajes a otras ciudades para comprarte esa camiseta tan especial, de tener que salir a la calle para lucirla. De patear mucha calle. Pero soy consciente de que es nostalgia. En realidad, de lo que sentimos nostalgia todos es de nuestra juventud, suceda esta cuando suceda. Yo siempre quise escribir una novela generacional, al estilo Kiko Amat, y mi generación (para bien o para mal) estaba allí, buscando su sitio en la adultez en aquellos 2007, 2008, los años de Myspace, de la llegada de Facebook a España, las redes que cambiaron para siempre nuestra forma de relacionarnos.

Una chavala de ahora encontrará extrañas muchas cosas de la novela, pero creo que podrá identificarse con el sentir general de la misma, porque la primera persona que a mí me interesa hace eso; busca llegar al alma colectiva a partir del yo.

Me metí en la escena indie de los primeros 2000s en Malasaña lo tuve claro: ahí había una historia que contar.

GALA DE MEIRA

 

Al final La Entusiasta también habla de alguna forma del desencanto vital, primero personal y luego general (o quizá al revés) que encierra el “ídolo absoluto” primero reflejado en su hermano y luego en el de los personajes -inertes y en ocasiones perturbadores- con los que se va topando. ¿Cómo llegaste hasta el papel del redentor y de qué armas literarias te has valido para construir el mito de cada arquetipo?

Más que de armas literarias lo que quería era construir el viaje de la protagonista a través de la búsqueda de lo que la hace estar viva, y en este viaje aparecen muchos personajes que la van cambiando en su arco de transformación. Los personajes masculinos tienen ese papel, tenemos al ídolo total, al canalla que la lleva a lo más profundo de su deseo y al falso redentor porque en realidad las verdaderas redentoras son las amigas. Creo que esa es una de las conclusiones de la novela, de tener alguna, la única redención posible a ciertos errores radica en la amistad.

gala de meira la entusiasta
Gala de Meira (Cristina V. Miranda)

 

También me gusta pensar que esta obra es, literariamente, un Casi Famosos porque te apetecía dignificar la figura de la grupi. En el libro también se aprecia cómo toda esa gente que se enorgullece de triunfar con sus fans femeninas, y lo asume como casi un tributo auto-impuesto, también está carente de sentimiento personalmente y a veces hacia propio rol en la música y hasta su público. ¿Qué parte de superficialidad y profundidad tuviste que unir para dar voz al personaje principal? ¿Adoptaste algún papel en concreto como inspiración?

La comparación con Casi Famosos ha salido mucho, igual que con Historias del Kronen… Las compro todas, jaja. A mí me interesaba dar voz a la chica alegre, a una de esas chicas que ves por la noche y que asumes que no tiene mucho que contar, que seguramente te caiga fatal, porque la protagonista llega un momento en el que cae fatal, precisamente porque busca todo lo contrario. Me gusta mucho eso que hacen en la serie Euphoria de presentarte todo el catálogo de protagonistas y luego darle un pasado a cada uno, de ir explicándote los motivos que les mueven una vez que ya les has conocido y has sacado tus conclusiones, y entonces tienes que volver a replantearte tu opinión de cada uno de ellos.

Alguien me dijo que en aquella época parecíamos todos gilipollas y seguramente tenga razón, pero cada uno parecía gilipollas por un motivo diferente. Yo quería explicar los motivos de mi entusiasta, pero hay muchas entusiastas por ahí y cada una tiene los suyos. De nuevo, la inspiración vino de la pura realidad de todo lo que viví.

 

A mí me han dicho mucho lo de “lo que te ha pasado te ha hecho más fuerte”, pero ojalá no ser tan fuerte. No tenía ninguna necesidad de ser tan fuerte con 20 años.

GALA DE MEIRA

 

Precisamente la novela habla de esa construcción de la identidad de la protagonista- en este caso (aunque no solamente), a través de la música. ¿Qué obras literarias han construido tu personalidad e identidad cultural?

Si hablamos de las obras que más me han influido a la hora de construir mi identidad, por desgracia, salen muchos nombres masculinos… Ahora me da mucha pena que fuese así y trato de revertirlo, pero en aquel momento eran los referentes que teníamos a mano. En mi caso, en la adolescencia jugaron un papel clave Bukowski, cómo no, el Trópico de Capricornio de Henry Miller, Odio de Peter Bagge, todo Kiko Amat y, por supuesto, Anais Nin. En aquella época también vivía obsesionada con las películas de Rohmer (que se cuela en la novela varias veces), pero quizás mi mayor obsesión fue Patrice Leconte con películas como El marido de la peluquera o La chica del puente. Me fascinaba ese romanticismo a lo Werther que por suerte he ido dejando atrás, aunque ese escribir desde la víscera se haya quedado conmigo.

 

A Kiko Amat le citas como referente permanente, pero también a Liza Spit o Emma Cline. ¿Qué otros libros y autoras has descubierto recientemente que te hayan sorprendido?

Me influyeron profundamente libros como El deshielo de Liza Spit, como bien dices, y también el libro que Héctor Castells dedicó a su amigo de la infancia -el malogrado DJ Sideral-, recomiendo este libro muchísimo. ¡Fue una absoluta revelación durante la escritura de la novela! También recurrí al Pequeño Circo de Nando Cruz.

Actualmente soy muy fan de escritoras como Rachel Cusk, Zadie Smith, María Bastarós, Jazmina Barrera, Nuria Labari, Edurne Portela, etc etc etc.

 

Hay una escena de la última temporada de Succession en la que un personaje dice: “Estoy harto del éxito, no me interesa. Prefiero saber cuáles son tus fracasos.” ¿Ha aprendido la autora más de los fracasos que de los éxitos, que al final es un poco la resolución de la evolución de la novela?

Del fracaso puede aprenderse mucho, pero hay que tener cuidado con idealizarlo. A mí me han dicho mucho lo de “lo que te ha pasado te ha hecho más fuerte”, pero ojalá no ser tan fuerte. No tenía ninguna necesidad de ser tan fuerte con 20 años. Nos podíamos haber ahorrado muchas cagadas e igual hoy no sabríamos tanto, pero tampoco hacía falta. Dicho esto, si vas a fracasar, mejor que aprendas de ello y, visto con perspectiva, es más inteligente emocionalmente no arrepentirte de demasiadas cosas; hay que saber abrazar al fracaso y quererte también cuando lo haces, que es mucho más difícil que aprender de ello.

La Entusiasta de editorial dosmanos ya está a la venta.