Thérèse soñando me transportó a mi infancia. A pasarme el verano jugando en mi pueblo, tener las rodillas con heridas de trepar y no preocuparme por cómo me siento en el sofá, si me conjunta bien la ropa o qué pasará mañana. Me recordó a los olivos, los primos, los juegos con agua y a la diversión más pura. Me apabulló esta obra de Balthus. Me transmitía inocencia, dulzura y calma.
Hasta que me dio por leer.
En 2017 se organizó una recogida de firmas a través de internet (más de 10.000 personas apoyaron esto) para que el Metropolitan de Nueva York retirase este cuadro por su “lujuria pedófila”. Tuve que mirar el cuadro de nuevo, por si me había perdido algo. No entendía dónde estaba el erotismo en una imagen tan inocente y costumbrista. ¿No está acaso en los ojos de los “puritanos” la sexualización de una niña que roza la adolescencia?
Balthus pintó a Thérèse Blanchard en una decena de ocasiones, en este cuadro, una escena la mar de inocente, el pintor decide colocarnos en el papel de “involuntarios voyeurs”. Su afán, decía, era la de poner a prueba la moral burguesa del momento. Para situaros, en la década de los años 30 existía un debate surrealista sobre los límites de la sexualidad. Es más, se cree que este lienzo está basado en una ilustración publicada en la revista Minotaure, una de las publicaciones más relevantes del movimiento surrealista.
Thérèse fue la modelo preferida de Balthus, en sus facciones encontró la mezcla de ingenuidad y madurez, ese paso hacia la adolescencia. Siempre relajada, desenvuelta, pero queriendo provocar al público. En sus memorias, el pintor explica: “las niñas son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres puros y sin edad, las jóvenes adolescentes nunca me interesaron más allá de esta idea”. También consideraba que el punto álgido de la belleza femenina se encontraba en la adolescencia.
Siempre se movió al margen de las vanguardias, con los ojos puestos en la burguesía, consideraba que ésta estaba aletargada, así que a través de la representación de lo sexual quería provocarlos. Este maestro del siglo XX, quería con sus cuadros enseñarnos lo perverso que hay en cada uno de nosotros, pero ¿estaba también en él este pensamiento? Cabe mencionar que las modelos que posaron para Balthus siempre tuvieron buenas palabras para él y no tuvo, que se sepa al menos, ninguna demanda por acoso ni abuso sexual.
El Museo Thyssen, con más de 45 obras del autor, recorre las etapas de su carrera y deja que nosotras mismas juzguemos sus obras y sus intenciones artísticas. Han decidido no censurar esta exposición a pesar de la polémica, ni siquiera hicieron como el Metropolitan de Nueva York que, aunque no retiraron el cuadro, sí que colocaron una cartela explicando que la obra podría “perturbar a determinados visitantes”.
Escrito por Loga Tréclau
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