Ay, Tadea, Tadea…¿dónde estabas metida?
—El verbo querer no existe. Una niña no piensa. No levantes la voz. Nadie te pide explicaciones. No quiero explicaciones. La letra con sangre entra.
—Picaban los ojos, húmeda la nariz, llena de agüilla. Mordía el embozo. Llorar sin hacer ruido, llorar sin molestar. A solas
—Bajaba la voz en la palabra sangre.
—Picaban los párpados. De prisa, de una vez, como tirarse al río, meterse en la cama. Extenderse, cerrar los ojos, ¿cuántos se han echado en ella y han amanecido muertos?
—No existen brujas, existe Dios.
—Los puños a ambos lados, apretados, agarrotados los párpados.
—Una calma tirante, a oscuras, las tres en cama. Abría los ojos, me aguantaba los párpados con los dedos. Se me cerraban con dedos y todo. El sudor. Casi dormir de una vez. Casi no enterarse
—Dolor en el brazo, galopar del corazón, se iba a salir del pecho. La luz encendida.
—Un parón del corazón, en seco. Aún perforaba mis oídos mi propio grito, aún taladraba el cuarto. Volvía el corazón, atropellándose
—Sobre la almohada, empapada de sudor, el camisón empapado, por detrás de las rodillas, por el pecho, por las ingles, bajo los brazos, corriéndome el sudor. El pelo por la nuca se pegaba a la almohada. Vi, al echarme, sobre el diván espeluchado, una maleta abierta.
—Qué descanso, sin aquella luz, tras los párpados cerrados. (Haz que no vuelva a dormirme). Rezar despacio, despacio, para quedarse dormida sin sentir.
—Las niñas no silban. La Virgen llora.
—No existen brujas, existe Dios.
—Solo irme, irme, irme. De una vez para siempre. Dónde, no lo sé
—Llegaba siempre como si volviera
—Se podía vencer y perder. Se podía preferir el castigo
—Ignorancia. Ignorancia. No cruces las piernas, que la Virgen llora. Estás haciendo llorar a la Virgen. No hay hombres del saco ni ladrones ni tonterías. A nadie le importa lo que tú piensas. Pudor. No pongas esa cara. A nadie le importa.
—No andéis por ahí, que habrá culebras. La hermosísima comida de las culebras, fruto menudo, anaranjado de color, duro. Por las ventanas altas, abiertas, del colegio, se veía a algún chico sobre el pupitre. Ver sin mirar.