Para Carmen Martín Gaite (1925-2000), la poesía era una manera de captar instantes en una lucha contra el peso del paso del tiempo, como así expresó en una ponencia preparó para Universidad Internacional Menéndez Pelayo y que no llegó a dar porque la muerte alcanzó la narración de su vida: «La poesía es una lucha tenaz y muchas veces fallida por retener el instante en el que las cosas hablaron un lenguaje especial y nos incitaron a captar ese recado urgente que apenas insinuado se esconde, dejándonos un sobresalto en la memoria».
La escritura de sus poemas surge de una necesidad de «autonarración», de dejar por escrito sentimientos y vivencias fugaces, más que una autobiografía escrita en poemas, como podría pensar un lector que entiende la poesía como una obra de no ficción. En las palabras del crítico José Teruel, «su actitud ante el tiempo vivido otorgará a su poesía un aire de autobiografía imaginada en torno a la mujer que fue su autora, porque estamos ante los versos de toda una vida». Ya es algo que narró la propia Martín Gaite en El cuarto de atrás: «Vivo rodeada de papeles sueltos donde he pretendido en vano cazar fantasmas y retener recados importantes».
la poesía aparecía en su vida con visitas inesperadas, en las que tenía que escribir estados de conciencia que le parecían urgentes.
José Teruel, que se ha encargado hasta la fecha de muchas ediciones de la obra de Carmen Martín Gaite, ha llevado a cabo el proceso de edición de A rachas: poesía reunida que ha publicado el pasado mes de mayo La Bella Varsovia. Este libro retoma las ediciones pasadas de A rachas: después de todo en Hiperión, que se fue ampliando en las diferentes ediciones de esta, pero añade una serie de collages de la autora que funcionan como poesía visual. Asimismo, cuenta con el rescate de la antología Poemas, audiolibro recitado por la autora, y la división del libro corresponde al momento de escritura de los poemas: «Poemas de primera juventud», «Poemas posteriores. Primera entrega», «Poemas posteriores. Segunda entrega», «Después de todo», «Apéndice 1. Poemas en palabras» y «Apéndice 2. Poemas en imágenes».
El título, A rachas, corresponde a la percepción de la escritura de poemas de la autora: la poesía aparecía en su vida con visitas inesperadas, en las que tenía que escribir estados de conciencia que le parecían urgentes. Corresponden al tiempo de escritura de sus obras narrativas, como Retahílas, El cuarto de atrás, Entre visillos, Lo raro es vivir y La Reina de las Nieves. Los escribió siempre teniendo al interlocutor, al destinatario de su escritura, al igual que sus novelas.
Mi relación con Carmiña
Un ejemplar de Dos cuentos maravillosos, publicado en Círculo de Lectores, ha rondado siempre por mi casa, pero es cierto que hasta 2020 su obra no entró en mi vida lectora más allá que las veces que fue nombrada en mi libro de texto de bachillerato. Me encontré con Lo raro es vivir en una librería de segunda mano y lo compré para adentrarme en su obra fuera del entorno de mi infancia en el que Carmiña aparecía de pasada. Casi cada frase de la novela entró a formar parte de mi forma de pensar y de entender la vida: «Desde que el mundo es mundo, vivir y morir vienen siendo la cara y la cruz de una misma moneda echada al aire, pero si sale cara es todavía más absurdo. Para mí, si quieren que les diga la verdad, lo raro es vivir».
Desde entonces he celebrado cada reedición de su obra porque significa que su nombre se sigue teniendo en cuenta —aunque se vaya rescatando cada vez— para que un nuevo grupo de lectores acabe en su obra. Así ha sido con esta nueva reedición de A rachas y la publicación de De viva voz: Conferencias, así como con la emisión de Imprescindibles: La reina de las nieves. Carmen Martín Gaite en abril de 2023. La reedición de A rachas me emocionó especialmente, más que nada porque solo podía el lector acceder a ella a través de bibliotecas y de tener la suerte, como yo, de encontrar algún ejemplar en una librería de segunda mano. Que se haya reeditado con tanto cariño, con tanta esencia de Carmiña en sus páginas, con su propia voz y collages, es de agradecer, porque pone su escritura, su oficio, en la posición que merece, con tanto cuidado.
«Desde que el mundo es mundo, vivir y morir vienen siendo la cara y la cruz de una misma moneda echada al aire, pero si sale cara es todavía más absurdo. Para mí, si quieren que les diga la verdad, lo raro es vivir».
CARMEN MARTÍN GAITE
Si tuviera que rescatar dos poemas de la autora para que me acompañasen, para tenerlos a mi lado cada vez que lo necesitara, serían «Flores amarillas», que presenta esa necesidad de plasmar futuros imposibles que tenía Carmiña, y «Campana de cristal», que cuenta con reminiscencias de Sylvia Plath y su novela La campana de cristal.
Flores amarillas
Mi prado estaba lleno
de flores amarillas
y yo las arranqué.
Ya nada tengo.
Por el tallo cortado
sube una áspera savia
hasta mi corazón.
Se hace inmensa la tarde
y todo sabe a lo que pudo ser.
Campana de cristal
A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.
Pero estas inherentes cicatrices
grabadas día a día en la memoria
en muebles y pasillos,
en lo que digo y dices,
han escrito una densa y sofocante historia,
ceniza que se cuela entre visillos.
Sol frío, luz de nieve, resplandor;
por la plaza mayor
cruzo con mi cartera de estudiante;
mi madre dice desde el mirador
de la casa varada, apaciguante:
Quédate aquí, no crezcas, que es peor.
A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.
Por |Gudrun Palomino
