Agatha Christie: la eterna bestseller

Agatha Christie Agatha Christie

Agatha Christie: la eterna bestseller

Cuando hablamos de bestsellers a todas nos vienen rápidamente a la cabeza sagas literarias relativamente actuales, pero en la lista de los libros más vendidos de la historia, entre obras como “La Biblia”, Don Quijote, El Señor de los Anillos o El principito se encuentra la novela Diez negritos de Agatha Christie. La escritora de misterio es la novelista con más ventas de la historia. La estimación de sus ventas comparte cifras con su compatriota William Shakespeare, ambos por encima de los dos mil millones de ejemplares vendidos. El tercer puesto en ese podio lo ostenta J.K.Rowling y la saga Harry Potter, con trescientos cincuenta millones de ventas. Unas cifras a considerable distancia. Y es que pocas relaciones conocemos tan estables y duraderas como la de Agatha Christie con la literatura, el misterio y el éxito. Una infancia solitaria, dos Guerras Mundiales, un divorcio traumático y viajes alrededor del mundo, así comienza su historia.

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Agatha Mary Clarissa Miller nació en septiembre de 1890 y pasó la mayor parte de su primera infancia en la residencia de sus abuelos rodeada de libros, mascotas y un amplio jardín para jugar. A la autora inglesa se le supone una niñez solitaria, como refleja en sus biografías, con dificultad para establecer relaciones con otros niños pero repleta de mundos y personajes imaginarios. Algunos de los cuales, según se rumorea, conservaron su amistad con la autora hasta bien entrada la edad adulta. Sus primeros escritos se remontan a esta época, cuando en medio de un proceso gripal que la impedía salir a jugar al jardín, entre su madre Clarisa y su hermana Margaret, se ve retada a escribir una historia para evadirse.

Mantendría aquella forma de trabajo desde entonces. Primero manuscribía las historias, a veces eran textos cortos, escenas o capítulos que conservaba en páginas sueltas, desperdigadas por la casa, y que más adelante unificaba en historias mayores. Una vez componía la novela completa a partir de los borradores, pasaba a transcribirla a máquina. Un doble trabajo manual que ahora podría parecer tedioso y evitable, quizá porque estamos perdiendo el encanto, el placer y los beneficios de la escritura a mano.

En 1901, cuando Agatha tenía once años, fallece su padre. Según relata, este hecho supuso “el fin de la infancia”, y a los pocos meses inició un periplo por diversas escuelas “de señoritas” en Inglaterra y también Francia. A su regreso al hogar materno, ya cumplida la veintena, realizó un primer acercamiento al mundo editorial. Sus textos fueron rechazados, algo que les ha ocurrido a grandes figuras de la literatura universal, y algunos de sus personajes fueron incluso acusados por los críticos editoriales de resultar excesivamente moralistas. Aunque el golpe emocional resultó duro, supo encajar la crítica de forma constructiva y dio una vuelta de tuerca a sus personajes, tratando de dejarlos ser “ellos mismos” y que se comportaran con mayor naturalidad.

Entre 1911 y 1912 realiza el primer viaje a El Cairo, con su madre, donde se inspira la novela Nieve en la superficie del desierto. Al regreso de este viaje, y a pesar del fracaso anterior, re-intenta el acercamiento editorial y consigue  publicar algunas historias, mientras colabora con algunas amistades en el ámbito del teatro, todavía lejos del carácter profesional. Agatha Christie siempre se sintió atraída y fascinada por el potencial de la representación teatral, la posibilidad de exponer en vivo y de forma física una historia, más allá de las palabras. Destacan las obras La ratonera y Testigo de cargo.

La tristeza es la cuna de inspiración de todo escritor.

A finales de 1912 conoce a Archibald Christie, un joven y extrovertido piloto del ejército británico que, sin ser ella amiga de las reuniones sociales, la hizo sentir cómoda. Apenas dos días después de la celebración del matrimonio, “Archie” es reclamado para combatir en la Primera Guerra Mundial, y Agatha se presta voluntaria para tareas de enfermería en el hospital de Torquay. Allí entra en contacto con la utilización de fármacos y diversas sustancias químicas, tanto curativas como venenosas. Sería el germen de su pasión por los venenos, que se convertirían en una de las armas más utilizadas en los crímenes de sus novelas. Los venenos y sus efectos, descritos con maestría, precisión y rigurosidad, incluso darían nombre propio a algunas de sus novelas, como Cianuro espumoso.

Durante estos años de trabajo sanitario escribiría El misterioso caso de Styles, obra que la lanzaría al éxito y por la que empezaría a ser conocida en 1920. En esta novela aparece por primera vez el mítico investigador Hércules Poirot, personaje franquicia de la autora junto a la genuina y un poco ácida Miss Marple. Los años de postguerra son felices. La pareja tiene una hija, Christie comienza a ser una autora de cierto renombre y Archibald, como piloto destacado, es invitado, en 1924, a realizar un viaje promocional y diplomático del imperio británico alrededor de todo el mundo.

En 1926 esta etapa de esplendor vital y familiar se ve truncada. La madre de Agatha fallece, y la relación matrimonial, seriamente mermada desde el viaje, finalmente estalla en una crisis matrimonial: Agatha descubre que su marido tiene una amante y él inicia el proceso de divorcio. Es entonces cuando tiene lugar una misteriosa desaparición, protagonizada por la autora, que bien parece un capítulo de una de sus novelas y de la que, a fecha de hoy, todavía no se ha esclarecido lo ocurrido. Una de las teorías más compartidas, apunta  que, tras las fuertes discusiones de pareja y la solicitud de divorcio, Agatha entró en un estado de shock y disociación, con amnesia del episodio.  Abandonó  su coche en mitad de la carretera tras un accidente y busco refugio en un hotel aislado. Más de mil agentes de policía, aviones, quince mil voluntarios y hasta médiums se entregaron durante once días a la búsqueda de la autora, que se encontraba sana y salva pero que, tal vez, superada por los últimos acontecimientos necesitaba desaparecer del foco público y tomarse un tiempo para a ella.

“Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la vida es ir hacia delante.

La vida, en realidad, es una calle de sentido único”.

Tras unos años de inestabilidad emocional, cambios y superación de pérdidas, Agatha Christie emprende un viaje a Mesopotamia a bordo del famoso Orient Express, con parada final en Irak. Durante aquel viaje conoce a Max Mallogan, un arqueólogo quince años menor que ella que se convertiría en un compañero de viaje para el resto de su vida. De esta relación surgió la famosa declaración de Agatha “cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará”. Pero ella no se conformaba con ser mera acompañante. Durante los viajes y excavaciones que realizaba Mallogan, ella participaba en las tareas de extracción, limpieza, fotografía y archivo de las piezas encontradas, como una arqueóloga más del equipo. Se documentaba y exploraba su entorno, las historias, reliquias y museos, civilizaciones antiguas, otras culturas… Y así, sus novelas de misterios fueron alejándose de Europa para adentrarse, venturosas, en las lejanas tierras de Oriente Medio.

Al estallar la segunda guerra mundial, la historia se repite. Mallogan debe acudir al frente bélico y Agatha Christie retoma su trabajo en hospitales, esta vez como enfermera y también farmacéutica, elaborando medicinas y facilitando su distribución a la población. Tras la guerra, y a partir de 1950, Agatha comienza a escribir con menor intensidad y reduce la producción literaria.

Durante la última etapa de su vida, con su estado de salud mostrando flaqueza, recibió el nombramiento como “Comendadora de la Orden del Imperio Británico”, publicó las últimas apariciones de Poirot y Miss Marple, en 1975 y 1976 y legó sus derechos de autora tanto de obras narrativas como teatrales a su sobrino Mathieu.

Agatha Christie falleció el 12 de enero de 1976, a los 85 años. La autora publicó hasta 66 novelas de misterio, muchas de ellas llevadas tanto a la pequeña como gran pantalla y convertidas en clásicos, como Asesinato en el Orient Express. Fue una mujer sencilla, de formación culta y familia acomodada, resultó pionera en su estilo de vida. Viajera, aventurera e independiente, más allá del peso de las relaciones matrimoniales. Además, y contra todo pronóstico pues coqueteó con la novela rosa, escogió adentrarse en un género literario considerado  masculino, el sendero del misterio y los delitos de sangre, destacando y convirtiéndose en una referencia histórica.

Las novelas de Agatha Christie han sido lectura de cabecera durante nuestra transición literaria, cuando nos alejábamos del libro infantil y nos acercábamos a una novela más adulta, caracterizada por la aventura, el misterio, y el desafío al ingenio y la suspicacia de la mente humana. Una lectura  a la que siempre volver, pues de vez en cuando nos pica el gusanillo de ser, aunque solo sea por unas páginas, como ese genial detective o inspectora de una buena novela de misterio.


Por | Laura Giménez del Toro