Lyyn Goldsmith: La conocida como ‘fotógrafa del rock’ ha sido directora documental, cantante y manager, además de una de las figuras más importantes de la cultura y el entretenimiento desde los 70. Ahora edita su decimotercer libro; un volumen sobre algunos de los momentos más célebres de la década de los 80 de la mano de Rizzoli.
Gasparini solía decir que “El color se queda en la retina, pero el blanco y negro tiene que traspasar el ojo”. Quizá por eso algunas de las fotografías más icónicas de Mick Jagger, Blondie o Cher están en este formato y -además- muchas de ellas pertenecen a la apodada “fotógrafa del rock”. Las imágenes de Lynn Goldsmith (Detroit, Michigan, 1945) se encuentran en algunos de los principales museos del mundo como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), el Museo de Fotografía Contemporánea de Chicago, el Museo Folkwang, La Smithsonian National Portrait Gallery, además de numerosas colecciones como el Salón de la Fama del Rock and Roll, la Colección Polaroid o la Colección Kodak. Sin embargo, y aunque ha recibido un total de once premios internacionales -hasta la fecha-, su nombre no suele ocupar un lugar relevante entre los grandes fotógrafos del rock, como es el caso de Corjbin, Rankin o incluso Bailey. A pesar de ello, ninguno de los anteriores ha firmado más de 100 portadas de álbumes.

Aunque más prolífica es su trayectoria en el papel ya que -junto a sus doce libros publicados hasta la fecha y desde 2013-, Goldsmith ha ilustrado las páginas de publicaciones tan icónicas como Rolling Stone Vanity Fair, Life, People, Elle, Newsweek, Interview o The New Yorker. “Mi trabajo era hacer que la persona que compraba esas revistas o esos discos se sintiese más cerca de cada personaje”, explicó recientemente a la cadena ABC. “Siempre digo que no saco fotografías sino que las hago” [I don’t take photographs, I make them].
Si hay un adjetivo que defina la trayectoria de Goldsmith -además de entusiasta natural y trabajadora incansable- es el de multidisciplinar.
Tras graduarse con Cum Laude en Literatura Inglesa y Psicología -cursando las dos carreras en tres años-, en 1971 se convirtió en la directora de cine más joven en ser admitida en la DGA americana (Directors Guild of America), estando a cargo del programa ABC In Concert.
Aunque seguramente su proyecto de documentación más conocido fue el de documentar el ascenso a la fama de Bruce Sprinstreen, Michael Jackson o algunas de las giras de los Stones. Todo comenzó cuando Goldsmith empezó dirigiendo un documental de la banda de hard rock Grand Funk Railroad para la cadena estadounidense ABC, que más tarde daría lugar a una película (We’re An American Band) y a su papel de manager para la banda.
Un par de años más tarde, Goldsmith se centraría definitivamente en la fotografía como único medio artístico y vínculo con la música, y elegiría Nueva York para hacerlo. “Por algún motivo, es un sitio donde me siento más comprendida. Siempre he buscado estar en sitios donde me sentía mejor/más cómoda”. Al parecer era recíproco, porque desde el día que la enviaron a sacarle un par de fotos a Bob Dylan en Secret Sound Studios -Dylan ya tenía fotógrafo pero ella le dijo que dos puntos de vista siempre eran mejor que uno y se quedó el resto de la sesión-, Goldsmith nunca dejaría la ciudad. Comenzó su carrera como colaboradora habitual de revistas tan reputadas en el género como Creem, Rockin’On, Hit Parader o Rolling Stone. Esta última supo ver su talento para reconocer nuevos artistas y oportunidades para la revista, así que Goldsmith empezó a formar parte de las producciones de algunos números.
Así, y como suele pasar con otras grandes fotógrafas – Roxanne Lowit o Lee Miller- entró en la profesión por casualidad. Sus primeras fotos fueron para sacarse algún dinero y algunas de las más celebradas -como las que le hizo a Patty Smith o Debbie Harry a finales de los 70- fueron completamente espontáneas y encontraron finalmente un hueco en las revistas del momento gracias a la persistencia de la autora.
Su primer trabajo consistió en acompañar a Bruce Springsteen -entonces la promesa del genio que luego sería-, a lo que le siguieron muchas otras como Andy Summers, Sting o la banda Kiss -sobre quien ha firmado un libro al completo- en los 80. “Recuerdo estar muy nerviosa en ese primer trabajo con Springsteen porque pensaba que se daría cuenta de que estaba ante una fotógrafa ‘amateur’, que no había estudiado. Luego, tiempo después mientras miraba esas fotos, me di cuenta de que era él quien estaba nervioso porque una fotógrafa de Nueva York le sacara fotos para la Rolling”.
Goldsmith, que ya tuvo una banda en su época universitaria [The Walking Wounded], a principios de los 80 escribió y produjo el álbum de Island Records titulado Dancing for Mental Health. Además de trabajar con artistas de renombre -como Nile Rogers o Sting- su single “Kissing with Confidence”, llegó a el número tres en Reino Unido.
Tras fundar su propia agencia -representando las imágenes de cientos de artistas- la fotógrafa comenzó a trabajar mano a mano con algunos de sus referentes culturales: Sting, The Police, Blondie o The Stooges, a pesar de que la relación con a Debbie Harry o Iggy Pop se remonta al inicio de su carrera, cuando Goldsmith vendía las fotos a diferentes publicaciones y sellos para ganarse un dinero. “Nunca imaginé que fuese a recibir ese título, de hecho durante un tiempo lo rechacé, simplemente porque me hacía sentir un poco como una grupi. Nunca fue nada planeado, simplemente me encantaba sacar fotos y me encantaba la música, así que eso es lo que pasó”, cuenta ella misma durante el documental NYC Public Broadcasting.

“Un día estaba en un club y la Velvet [Underground] estaban tocando, así que después les saqué una foto en el backstage, que terminó siendo la contraportada de su [famoso] disco homónimo, el que tiene la banana de Andy Warhol en la portada”, cuenta en una entrevista con la radio CBC, confirmando que a veces es casi más importante improvisar que limitarse a lo establecido. Una de las cosas con las que más disfrutaba Goldsmith era simplemente creando, experimentando con sus sujetos ante la cámara o simplemente sorprendiéndoles -“si era gente muy reconocida, había que sacarles de su zona de confort para sacar otro lado de ellos”, ha dicho-. También solía encargarse de la dirección artística del shooting -desde pelo y maquillaje a estilismo, y especialmente si ni había demasiado presupuesto- algo que siempre ha sido una de sus pasiones desde pequeña.
Rock & Roll Stories -y su famosa portada de Springsteen (entonces su pareja) con su perfecto de cuero- que después formaría parte de la exposición global homónima de cantante- fue el modo en el que decidió explicar su fotografía -y todo el proceso que le llevó a ella- al mundo. “En verdad me sirvió como terapia, quería contar todo lo que había detrás de todas esas fotos. Y a la vez, supongo que en el fondo quería inspirar a gente que quisiera seguir este camino, decirles que no hay fracaso posible si no pruebas a seguir tu potencial.”, diría ella misma después.
Goldsmith nunca hizo pública -hasta hace tan solo unos años- su relación con el cantante, alegando que era parte de su vida privada y que además no quería que nadie mirase las fotos de forma diferente por ello -“no distraerse del objetivo”, mejor dicho. “Creo que quizá me hubiera casado con él si hubiese tenido otra profesión”, confesó hace poco en un documental de la NYCPB. Sin embargo, ha tenido que justificar en varias ocasiones que sus fotos con el de New Jersey no dieron lugar a su carrera, ni fueron el comienzo de su época más próspera per se, ya que ella era bastante más famosa que él entonces y el apenas podía mantenerse económicamente por entonces.
De igual modo, en un momento de Rock & Roll Stories, Goldsmith describe que, a pesar de no haberse sentido -generalmente- discriminada por el hecho de ser mujer, en varias ocasiones muchos artistas hombres preferían que no fuese de gira con ellos porque preferían tener más libertad. “Esto es, que no querían que viese algunas de las cosas que pasaban ahí”, explica la fotógrafa.
“Una gran parte de retratar a alguien pasa por captar quiénes son como personas”. “Soy honesta y pienso en que la gente confía en que voy a captar lo mejor de ellos”, dice cuando le preguntan por la razón de que haya captado la esencia de tantos personajes. “Al final puedes tener un plan, siempre lo tengo, pero que el resultado sea buena depende enteramente de que haya una colaboración continua con las personas a las que retrato”. También tiene que ver sobre el modo de mirar de cada uno, o lo que ella misma define como “ver a la gente”. “Robert Mapplethorpe y yo podíamos estar sacando fotos a Patti Smith al mismo tiempo, en la misma habitación, y sus fotos siempre tenían un aspecto andrógino, mientras yo creo que en las mías siempre aparecía sensual y femenina”, dijo la fotógrafa hace un par de años en una entrevista con la cadena CBC.
Este intercambio de energía tan colaborativo siempre ha sido esencial para la Goldsmith: “No busco que las fotos digan la verdad o hablen de forma precisa sobre un momento en el tiempo, sino que -personalmente- busco que me emocionen, especialmente de una manera más cariñosa o compasiva de lo normal.” Así, su concepto de la creatividad es algo intangible; ni un don, ni siquiera un estilo de vida. Para Goldsmith la creatividad pasa por el ejercicio de la misma y, sobre todo, por trabajar permanentemente hacia unos objetivos. “La creatividad se basa en romper los patrones de pensamiento limitantes, en superar el miedo, en asumir riesgos y en trabajar persistentemente hacia tus objetivos si el individuo quiere maximizar su potencial para una vida plena”, definió con motivo de una exposición.
A pesar de ser una época altamente creativa, Ochenta no fueron la etapa predilecta de Goldsmith por algún motivo -en una entrevista reciente alegó que Chris Stein ya lo había dicho mejor: “Los 80 terminaron con lo poco bueno que quedaba de los 60”. Sin embargo, la artista ha declarado estar sorprendentemente satisfecha con la compilación del material que tuvo que realizar para la publicación Rock In The 80s, donde aparecen momentos de los directos, shoots promocionales, fiestas o instantáneas del día a día de Bananarama Barry Mailow, Herbie Hancock, Madonna o The Pretenders. También es la prueba de algunas de sus relaciones más duraderas en la profesión, como es el caso de Tom Petty -que conoció a Goldsmith girando con Springsteen y empezó a adoptar algunas de sus poses-. “Lynne [su apodo cariñoso] siempre fue la mejor fotógrafa de rock&roll; además podías sentir que ella vivía la misma realidad que tú, que estaba presente al mismo tiempo y eso ya es mucho cuando eres joven y tienes recelos con la autoridad”, dijo con motivo de su anterior publicación el mítico cantante y guitarrista fallecido en 2017.
Quizá una de sus virtudes más características es que Goldsmith sabe captar tanto el lado íntimo de las celebrities como su lado público -y hacer que ambos siempre fuesen los mejores para el público-. En Music In The 80s la fotógrafa recuerda el reto que siempre suponía retratar a Eric Van Halen en directo, no solo por su virtuosidad a la guitarra sino principalmente por su rivalidad con el cantante y líder de la banda David Lee Roth, algo relativamente desconocido para el público y que ella quería evitar reflejar. “Quiero que los artistas sientan que se ven bien, y que sientan que [mi foto] capturó un momento en particular. Pero lo más importante, es conectarles con el público, eso es lo más importante”, define la fotógrafa en el volumen de Rizzoli.
Otro ejemplo es una fotografía de Cher -en este caso parte de Rock & Roll- en el escenario con un body en forma de V y otra caminando por Nueva York con un vestido verde apenas sin maquillaje delatan ese don; la persona es la misma, pero el personaje es lo que cambia. En la primera es Cher -con su cardado, sus medias de rejilla, su carismática y profunda voz-, en la segunda es Cherilyn Sarkisian, caminando por la calle tras su reciente separación de Sonny. A pesar de que la cantante le cedió dos frases para acompañar cada una de las fotos en el libro, ninguna apareció finalmente en la edición impresa. Estas dos caras no son opuestas sino complementarias, y no necesitan fecha -a pesar de ser la primera de ellas posterior- ya que representan ambos lados de la moneda. “Cher me dijo que le hubiera gustado que incluyese que ahí se encontraba ‘devastada, buscando su futuro en su vida artística sino también también el del resto de su vida en general”. “Yo le dije que tenía un gran futuro por delante y que no lo dudase nunca, porque ella es una mujer de una fuerza inconmensurable”, dijo la fotógrafa en una entrevista para el libro. Para apreciar esto solo hay que mirarlas.
Esta dualidad -o incluso multiplicidad de caracteres- se acentúa especialmente en presencia de sus sujetos femeninos, quizá porque el multifacetismo es un rasgo intrínsecamente femenino que se instala en nosotras de forma educacional desde la infancia. “Siempre he disfrutado más retratando a mujeres que ha hombres, pero en ese momento no había tantas”, ha declarado. “Recuerdo llamar a los sellos y preguntar si habían fichado a nuevas artistas prácticamente cada semana”. Del mismo modo que Goldsmith describía a la cantante como “Timeless” – algo que podría definirse como atemporal, infinita- estaba describiendo su obra. No solo porque su obra tuviera un particular sea tan tridimensional en el tiempo como en la variedad de quienes fotografiaba, sino porque sus imágenes y su aportación a la cultura es eterna.
La artista se mantiene activa en redes -con un interesante perfil de Instagram [@lynngoldsmith], donde comparte contenido asiduamente- y no deja de recomendar encarecidamente a otras artistas y personajes interesantes. Sin embargo, sigue defendiendo su uso como una herramienta a la que no dedica mucho tiempo y prefiriendo el “lo real y humano”. “El contacto personal no puede depender de mandar un mensaje o un selfie. Creo que el mundo se va a convertir en algo mucho peor si no estamos presentes y damos importancia a nuestro mundo más cercano y nuestras relaciones humanas.”
“Supongo que hacer fotos es parte de cómo me relaciono con el mundo”, diría ella en otro momento del libro. “Creo que encontramos nuestra pasión, las cosas que nos mueven y nos gustan, y después ocurren varias cosas. En mi caso, lo que yo espero es que al compartirlas es hacer creer a la gente que algunas cosas son posibles, que pueden conseguirlo. Se trata de seguir la intuición y terminar haciendo caso a lo que uno es”.
Music in the 80s (Ed. Rizzoli) ya está a la venta
Por |Silvia Suárez