El libro Eleanor y Hick, de Susan Quinn, publicado por Ediciones Casiopea, aborda una faceta de la vida de Eleanor Roosevelt que siempre se ha insinuado, pero que han tendido a dejar en el tintero. Basado en parte en la investigación que aborda miles de cartas intercambiadas entre Roosevelt y la periodista Lorena Hickok, proporciona a los lectores una mirada íntima a lo que muchos creen que es un tema controvertido. Eleanor Roosevelt, la primera esposa presidencial en desarrollar su propia identidad independientemente de su marido, el presidente Franklin Delano Roosevelt. Franklin era una presencia poderosa, pero su esposa, Eleanor, perseguía sus propios intereses de una manera que nunca antes se había visto.
El libro de Quinn presenta un relato completo del tiempo que Roosevelt pasó en la Casa Blanca y las amistades que desarrolló con una variedad de mujeres fuertes y con opinión, incluyendo a ‘Hick’, con quien intercambió más de 3.000 cartas de amor. Muchas de ellas con un “Je t’aime and je t’adore” como despedida. Su correspondencia, sus reproches, sus celos, sus inseguridades, sus deseos más íntimos y sus secretos, sitúa el romance en el escenario político, social y personal que envolvió la vida del matrimonio Roosevelt.
Cuando se conocieron, Lorena Hickok era una respetada reportera de la Prensa Asociada. Tras vivir una infancia difícil, Hickok desarolló un carácter fuerte e intrépido, y en palabras de amigos “no aceptaba un no por respuesta”. Eleanor, sin embargo, provenía de la rama de la familia de Teddy Roosevelt. A lo largo de su vida, promovió una variedad de causas políticas y sociales. Quinn revela que era una esposa política reacia porque ese papel generalmente relegaba a la mujer a un papel secundario. Aún así, apoyó la carrera de su marido que lo impulsó a la Casa Blanca durante cuatro mandatos sin precedentes. Durante el tiempo que vivió en la pecera presidencial, Eleanor influyó en numerosos programas del New Deal, incluyendo algunos que se enfrentaron a la oposición inicial de su marido y sus asesores.
Hickok ejerció una considerable influencia en el desarrollo de Eleanor como Primera Dama. Esto incluyó animar a Eleanor a dar conferencias de prensa para las mujeres periodistas que la cubrían. Era un concepto novedoso para una primera dama y fue muy criticado, sobre todo por los hombres a los que no les gustaban las mujeres con opinión. Afortunadamente, Eleanor Roosevelt era una fuerza formidable y no fue disuadida de tomar el calor. A medida que su amistad crecía, se hizo evidente que Hick ya no podía continuar en su papel de periodista debido a su trato de preferencia. El nivel de confianza entre las mujeres era sabido por editores y compañeros de profesión. Además, aunque llegaron a viajar juntas, sin séquito, por todo el país, la relación con Hick fue fuente de controversia en el círculo social de la Primera Dama, quienes consideraban a Hickok poco sofisticada, en ocasiones grosera, y no entendían la simpatía excesiva que sentía hacia ella. Finalmente, el romance sucumbió a las presiones sociales, y poco a poco terminó por deteriorarse.
Hick animó a Eleanor a ser más independiente y a desarrollar su propia “voz”. A medida que Eleanor crecía en su papel de Primera Dama y figura pública. Su relación con la periodista era algo más que epistolar, pero incluso con los avances de la comunidad LGBT, muchas personas se sienten incómodas con la idea de que una ex Primera Dama, especialmente una tan prominente como Eleanor Roosevelt, podría haber tenido una relación más que platónica con una mujer.
Por | Raquel Bada